La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis

227 (XIX, 176-9). Comparaciones como las siguientes no son tampoco muy abundantes. La primera parte ya desde una curiosa imagen: Desmadeja la noche su glauca cabellera y desclava dulcemente, cual peineta de marfil, su medialuna. Albísimos corderos, las estrellas descienden a las olas para tomar sal / de la brisa . (IV, 1-3) Y a lo lejos, sobre una era radiante la luna levantóse, gruesa perla cuneiforme adentro de su ostra: y lentamente el atleta desposado se desliza hacia la bruma 326 . (XXIII, 212-4). La imagen de talismán, que en algunas ocasiones se asocia a la luna, contiene ya cierta connotación relacionada con aspectos maléficos o de temor atribuidos a la noche. La noche de-leve-caricia se difundió y las aguas se sombrearon; las primeras estrellas fulguraron, y la luna delgada cual santo talismán en el cuello de la noche se colgó. (IV, 844-6). Cálida la noche, los ruiseñores cantan, y se levantó la luna a exorcizar la noche, como un santo talismán redondo: (XV, 176-7). A los colores asociados a ella, incluso a los normales como el azul, se ligan los aspectos inquietantes y fúnebres que despierta el orto y la travesía de nuestro satélite: Se movieron los montes; se levantó en el cielo plena de ecos la luna roja, diríase un gran temblor de masacre en los semblantes cerosos. (XV, 88-90). Y mientras merendaban en las ruinas, levantaron las cabezas: el mundo de pronto destelló, y se efundió en las piedras 326 Ulises en los últimos pasos hacia la muerte. Kazantzakis ha utilizado poco antes de este pasaje un canto popular en que un joven parte a desposarse sin armas ni atavíos, y, al ser interrogado, dice que va a bodas donde nada de aquello se usa, marcha al Hades a desposar a la muerte.

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