La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis
212 (IX, 341-3) La venida de la noche, su paso y la llegada de la aurora, que la disuelve, es otra forma de expresión del transcurrir cronológico que presenta variadísimos matices en la Odisea , como en estos ejemplos: La noche se abatió, y en el cielo aparecieron las estrellas. Suspiran en celo los pájaros nocturnos, rugen los leones / en los antros. Ya es medianoche, van de regreso los astros, viene / el alba rosácea. (XII, 566-8). Ya el sol se ha puesto y se ahogó en la ola ensangrentada, y apareció el sembrador en el cielo; a puñados las estrellas en los negros surcos de la noche caen, y germinan de prisa y dan fronda, y viene la luz de la alborada y las siega veloz . (XXI, 1242-5) Las horas, otra medida humana del tiempo indetenible, adquieren múltiples aspectos en el poema. En medio de la navegación suelen llevar el epíteto de marítimas y ser comparadas con elementos relacionados con el mar: Cruje el velamen colmado, y las marítimas horas con alas raudas pasaban, igual que blancas gaviotas; y se vino el ocaso y sirvieron la merienda en la cubierta danzante. (VIII, 976-8). Carácter bien distinto adquieren las horas en los rocosos montes donde Ulises cumple su ascesis, cuando promedia la travesía del África, como en este pasaje en que también se describe un atardecer plácido: Ligeras pasan las horas de senos frescos entre los cerros e igual que cobras brincan en los riscos con sus sonajas / de cobre; ya se ha detenido el sol allá en la cumbre, se enyuga el día / suavemente y lenta la luz se apoya en la bruma fresca y azulada del atardecer. (XIV, 39-42). En el fluir fatal del tiempo, el instante, el segundo, puede tener la equivalencia de la máxima duración de cada hombre, que es su vida , o la de épocas, años, días, o la del momento detenido, eternizado subjetivamente, pese
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