La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis
209 / y hombres se acumulan de nuevo en el suelo y recomienza la rueda. (XV, 1042-8) Muchas de las descripciones del transcurrir de las estaciones adoptan un tono de objetividad que recuerda el clima de la poesía popular, como el pasaje siguiente, en el que la actividad de las aves y su emigrar constituyen el elemento más desarrollado: Ya ha pasado el ardoroso estío, quemaron los rastrojos; se balancean colgantes en las vides los pámpanos que dejara / la vendimia. Clama el cuclillo dulcemente por lluvia; por sequedad el ave / de la noche; baten las grullas las alas, entre los céfiros danzan; y las aves que quieren emigrar se agrupan en los árboles; despliegan las alas y las mecen, hinchan sus pechugas tibias, y todas sienten el cielo como senda interminable y se estremecen. (II, 925-31) La misma llegada del invierno se dibuja ahora en un solo verso, si bien la complementamos con la mención astral que sigue, en la cual a la idea de la caída de la constelación se añade un elemento inusitado en el chirrear de las aguas: Poco a poco los vinos aclararon y cayó ya el invierno. Se desplomó a lo lejos la Pléyade en la costa / y las aguas chirriaron como si carbones encendidos se apagaran en la ola espumosa. (VII, 743-5). Las menciones astrales ligadas al paso de las estaciones constituyen también formas de descripciones temporales: Y transcurren las lunas, y se desliza y pasa la rueda de la tierra; y pasaron las lluvias y pasó el tibio y moderado invierno, y en la pequeña simiente tiembla la espiga aún no nacida. Se puebla la tierra de cabello, echan aroma los cerros y / los suelos despiertan; y se posó en la rama el cuclillo y se embelesa en pensamientos; (VI, 674-8). Y a veces, el la concisión de un solo verso, Kazantzakis hace pasar ante nuestra mente dilatado espacio de tiempo:
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