La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis
197 Y cuando terminó con la armadura misteriosa del infante, y éste podía ya franquear el umbral de nuestra tierra / sin cuidado, lo envuelve el aya en una piel rojiza, sobre la madre lo apoya para que guste la leche primera, dulce y pura: ―¡Madre, cabeza-de-hierro, que te viva el retoño dragón y el dios conceda que un día lo pongan en una canción!‖ Dijo así la nodriza y la madre sonríe y descubre el seno; destellaron al punto las ventanas y refulgió allá /en las soledades calcinadas del África la mente del flautista 321 . Pero ahora, el grupo está preocupado del hambre que azota al pueblo egipcio. Por eso, Centauro, el-de-la-doble-asentadera, replica al flautista, a quien el vértigo ha cogido, como lo hemos visto, y remite al pasado la legendaria belleza de Helena. Un dulce sueño era la mujer, la-de-cejas-arqueadas, y luego / el gallo cantó. Vamos; pasó el pasado como olas que se deshacen. Se nos abaten nuevos sueños; preparo mis oídos y peludo mi corazón se puso al escuchar clamar a la pobreza; ¡ay, por el hambre negra morirán y me apiado de esta gente!‖ Mucho más adelante, en pleno centro del África, después de haber llegado a las fuentes del Nilo, y antes de comenzar a dar forma real a la ciudad ideal que su mente ha ido incubando, Odiseo subirá a una montaña, en total soledad, y vivirá allí todas las etapas de la Ascética , como preparación para la gran acción. En medio de este complejo proceso espiritual, expresado en una verdadera torrencialidad de imágenes, una figura, al parecer la figura de Helena, volverá fugazmente en forma de un sueño. A la medianoche, una dama-del-monte, una princesa / de la noche, olió el gran cuerpo varonil y aparece en la entrada de la gruta: rayos de luna eran sus cabellos, rocío puro sus senos; se deslizó oblicuamente al interior y se detuvo 321 Odisea IX, 992-994..
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