La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis
182 pues el palacio, mis nodrizas, huella el asesino aquel que / con engaño las famosas murallas demolió de la patria lejana‖. Dijo la mujer engendrada-por-el-cisne y poco a poco se / levantó el lamento, quieto como un llover de primavera en hondonada montosa . Lentamente se elevó con sus torres la hermosa fortaleza; / de nuevo resplandecieron las casas; se llenaron sus pórticos de niños; se pusieron las mesas; se prepararon los lechos suaves; se movieron las piernas; y, dulce testigo, la lámpara se elevó en el candelero. Y poco a poco se fue volviendo el treno en el corazón un / canto amargo: ―Pájaro que vuelas por el cielo, bájame las alas, para colgarme de tu blanco cuello y atravesar la llanura. Para que mi pecho otra vez se refresque y aspire brisa salobre; y como la silvestre perdiz-de-las-piedras que pierde sus / polluelos, me iré desesperada y donde encuentre agua turbia la he /de beber 299 , y donde encuentre cenizas de mi patria, me dejaré caer / para arrastrarme, y donde pendía la cuna de mi hijo, cantaré amargamente‖. Se cortó el doliente son en sus gargantas sin caricias ni / esperanzas; y en los cabellos negros, grises, de cada doncella fulgura el castillo amado como áurea corona ensangrentada; y en el regazo de Helena una crespa cabeza / se agitó débilmente, y todas, fámulas y señora, todas se hermanaron, suspirando, en el deseo doloroso de la lejana y muy amarga dicha 300 . Esa noche, Helena consulta al cristal mágico y ve mares y un barco, imágenes de Creta y un cisne que surca aguas inmortales. 299 Motivo de la poesía popular en que la cervatilla, cuyo hijo ha sido muerto, enturbia el agua para beberla así, en señal de dolor. 300 Ibídem, IV, 430-463.
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