La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis

180 al cordero por los lomos, y en secreto calcula. Y a su vez Helena, inclinada sobre su copa de oro gozaba la terrible mirada y se entregaba a la gran / caricia viril. 294 Al comienzo del banquete, Helena ha vacilado en utilizar sus conocimientos de yerbas para agregar una pócima al vino, a fin de que el sueño venga más pronto a los reyes. Prefiere escuchar durante más tiempo la conversación y no utilizar yerbas para alejar la animosidad de los ánimos: Sabía Helena echar al vino plantas para el amor a fin de serenar al punto de los varones los pechos corajudos, mas mucho deseaba oírlos delante de ella departir / tan rudamente 295 . Recuérdese que en la Odisea homérica, Helena vierte en el vino de Telémaco y de Menelao un elixir, ―remedio de hiel y dolores y alivio de males‖. Aquí, en la nueva Odisea , Helena piensa agregar algo que haga dormir a los amigos, que han empezado a discutir ásperamente, pero no lo hace. Sin embargo, Ulises cuando va a quedarse dormido cree que ―alguna yerba le dio a beber ocultamente aquella hija del cisne‖ 296 . La discusión se hace cada vez más tensa, pues Ulises profetiza las desgracias que se abatirán sobre Esparta y el poder de Menelao. Y expresa que acaso, si llegara a volver a la ciudad, no actuaría como acaba de hacerlo para salvar al rey. Helena, entonces, interviene para cerrar la velada, con palabras en la que expresa su visión del visitante: Mucho me gusta, hombre-de-las-mil-tretas, velar contigo / largas noches e inclinada con temor escucharte. No conocí jamás a un navegante al mar asemejarse más, a las amargas olas incontables y a las arenas mansas como tú, con tu alma inundada por las aguas. Pero es bueno también el sueño, dios asimismo y vasto mar 297 . 294 Ibídem, 1126-1137. 295 Ibídem, 1196-1198. 296 Homero Odisea , IV, 218-234, Kazantzakis: Odisea , III, 1462. 297 Ibídem, 151-1256.

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