La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis
169 griegos de hacer de ese episodio la causa de una larga y cruenta guerra. Pero parece más general el sentido de admiración rendida a la belleza de Helena, expresada por aquellos ancianos de Troya, quienes se explican, si quizás no justifican, la contienda originada en el rapto de la mujer. En la Odisea y en la Ilíada (aquí con matices menos claros), poemas tan fundamentales en la cultura y la educación griegas, Helena aparece como una mujer tranquila, serena y discreta, de belleza ya entonces legendaria, que en dos ocasiones reconoce su culpabilidad. En la Odisea , cuando cree reconocer a Telémaco, dice, hablando a Menelao: Yo diría que es Telémaco, el hijo que apenas nacido él [Ulises] dejaba en su hogar cuando, impúdica yo, / por mi causa los argivos marchasteis a Troya en afanes de lucha 278 . Y cuando relata ante Telémaco la incursión que hizo Odiseo en Troya antes de idear la estratagema del caballo, al contar que el héroe dio muerte a muchos troyanos y se retiró ―sabedor de mil cosas‖, recuerda que: las troyanas entonces rompieron en gritos: mi pecho alegrábase, en cambio, pues ya el corazón me impulsaba a volver a mi hogar, y lloraba el error que Afrodita me inspirara al llevarme hasta allí de este suelo querido en el cual me dejaba a mi hija, mi lecho y mi esposo 279 . Cuando, por su parte, Telémaco cuenta a Penélope su viaje a Esparta a buscar noticias de su padre, se refiere a la esposa de Menelao con estas palabras: A la argólica Helena allí vi, la mujer por que tanto trabajar hizo el cielo a troyanos y argivos 280 . Ulises también recuerda por una vez el ―error‖ de Helena, cuando al escuchar en el Hades al alma de Agamenón hacer la relación de su asesinato, exclama: ¡Oh desgracia! De antiguo ya Zeus, el de amplia mirada, 278 Homero: Odisea , IV, 144-146. 279 Ibídem, IV, 259-263. 280 Ibídem, XVII, 118-119.
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