La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis
152 Mas, poco a poco fue amaneciendo en mi espíritu y / me doy cuenta que un remo largo, muy amado, en mis desfallecientes / manos sostenía. Y mientras con suavidad lo acariciaba, los ojos nublados / se aclararon: Al extremo del remo diviso la negra mano que lo manejaba, veo una quilla espumeante y la vela sobre un alto mástil. Vinieron en multitud los viejos compañeros con sus brazos / tostados; vino también el mar y me golpeó y vaciló mi entendimiento, y de dónde partieron recordé y dónde ellos anhelan que yo vaya. ¡Ay! Era yo también un hombre ardiente y mi corazón bailaba y poseía patria, un hijo y una esposa y un navío veloz, pero, ¡ah!, naufragué donde la diosa y mi alma se desvaneció. Me estremecí; siento el peligro de llegar a ser un dios, sin un corazón cambiante, sin alegría y sin dolor de humano; me inclino y hundo en el agua mi rostro debilitado; mojo mis párpados marchitos para que se reanimen, huelo las algas de la playa y mis sienes se abrieron; y luz, agua, fuego y tierra mi cabeza desbordó. De la toma de conciencia a la decisión no hay lapso alguno. Por propia e inmediata iniciativa, Ulises comienza velozmente a construir una balsa, pero sin la ayuda ni los consejo de Calipso (que sí recibe en la Odisea homérica). Agitóse la sangre, las grandes venas desheláronse; y al punto cojo la afilada segur y me interno en el bosque. Derribo árboles, los elijo y cuarteo y me escojo un ciprés; dispongo los tablajes y los remos y elevo el mástil y me regocijaba debastando los troncos y veloces pies / y manos tallan. y espinazo y cabeza y pecho: todo mi cuerpo derruido por los dioses lo edificaba de nuevo. Y cuando entero ya mi cuerpo, popa y proa se extendieron, y el peplo azul de la diosa estiré como vela maestral, tú, mi balsa recién hecha, cual-golondrina-aleteaste, igual / mi corazón 253 . 253 Ibídem, 159-178.
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