La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis

137 Como en el verso homérico, aquí también Odiseo envidia al varón que será esposa de tan hermosa doncella. La tentación de un dulce hogar parece más explícita. La tentación es intensa: quedarse con ella; dejar ya el duro navegar, hostilizado por la deidad; gozar la dulzura de un nuevo hijo. Pero reacciona el marino y triunfa de ella. Y piensa que la bella joven podría ser la esposa del hijo que lo espera en Itaca. Aquí Kazantzakis acoge una de las afirmaciones de mitógrafos antiguos acerca de la vida de Telémaco 228 . Pero otra vez se endureció mi corazón; todas las cosas / sin error pesé en mi entrecejo justiciero y se alzó el correcto pensamiento: ―Cuando con suerte un día pueda echar anclas en la tierra mía, una alta galera polirreme he de aparejar, nupcial navío, con trigo, vino y miel fragante para que venga a adquirir este soleado nidal para mi único hijo‖. Nunca segó tan de raíz una victoria mis entrañas 229 . Precisamente con estas palabras termina el relato de Odiseo. La narración escandaliza al hijo y hace llorar a Penélope. La desilusión de ambos coincide con la que el propio Ulises está experimentando, al sentir cada vez más estrecho y asfixiante el hogar, al que por tantos años anhelo volver. La idea de volver a partir se afirma en Odiseo y pronto comenzará a prepararla. Pero antes de dejar otra vez y para siempre su isla, cumple dos deberes: enterrar a su padre y casar a su hijo Telémaco. Luego de cumplir los ritos funerarios debidos al anciano Laertes, da órdenes para que parta un navío a buscar a Nausícaa, como novia para su hijo: Y en ese mismo anochecer, nuestro huérfano ordena aparejar un hondo navío con velas escarlatas y que lo carguen con trigo y con crateras de greda con vino soleado y miel cobriza, y que pongan en la proa, a modo de mascarón, a la deidad de las bodas, con la granada misteriosa, / de-mil-simientes, en sus manos. 227 N. Kazantzakis: Odisea , II, 405-421. 228 P. Grimal: Diccionario de mitología griega y romana , Prefacio Ch. Picard, prólogo español P. Pericay, traducción F. Payarols, Ed. Paidós, reimpr., Barcelona, 1982, pp. 498-499. 229 Ibídem, II, 426-428.

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