La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis

136 pensar en ti, Nausícaa 226 . En la Odisea de Kazantzakis, también como en Homero, Ulises relata sus peripecias. Pero lo hace en forma muy sucinta y no ante el rey del país de los feacios, sino ante su esposa, su hijo y su padre, a los pocos días de haber consumado la matanza de los pretendientes, la que se supone recién terminada precisamente al comenzar el primer verso del poema. En menos de 400 versos, del 37 al 429, de la segunda rapsodia, se extiende su narración. Muy breve es la mención del asedio de Troya. Un poco más extensamente, Odiseo habla de la animadversión de una deidad. Y luego el relato se centra en las tres grandes tentaciones, equivalentes a la muerte, pues de haber cedido ante alguna de ellas, nunca habría retornado a Itaca. En un caso, por haber pasado a ser inmortal, junto a Calipso. En otro, por haber descendido a la animalidad, por obra de Circe. La última tentación consistió en la posibilidad de haberse quedado en la isla feliz de Esqueria, como esposo de la bella y pura Nausícaa, en paz y alejado de cualquier penuria. Al llegar, náufrago, golpeado por las desgracias y por las olas, sin ningún compañero ya, a las costas de Esqueria, surgió para él la visión arrobadora de esa hermosísima doncella: Como una virgen se vistió la muerte, retoño de alta estirpe, y se instaló en la playa, con mansedumbre sonriendo al navegante. Regocíjase el sufrido corazón en el hermoso cuerpo mortal, oliendo la tibieza sagrada y humilde del humano. Ni una divina cumbre siempre cristalina, ni un incendio sin rayos todo humo y hambre en las entrañas de la bestia: admiraba al hombre que sobre la tierra se yergue y me alegraba de reflejarme por entero en sus serenos ojos negros. No me alzaba en el éter vacío; no me arrojaba al Hades; en esta tierra tibia y florecida con ella me paseaba. Mi cuerpo reanimado me susurra con dulzura ―¡Dichoso el digno varón que con ella como esposo dormirá! Ésta es, sufrido vagabundo, la Sirena más dulce y te hace seña; ¡mira, sus senos sagrados ansían amamantar humanos! Construir un hogar, oh dios, desarmar el navío, el mástil se haga viga y un lecho su carena, la vieja proa, combatiente-de-mares, honda cuna para el hijo‖ 227 . 226 G. Quessep: "Carta imaginaria (de Ulises a Nausícaa), en P. Lastra / R- Kappatos, op. cit., pp. 232-234. (Giovanni Quessep: poeta colombiano, n. 1939.)

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