La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis
132 Mas paréceme ahora algún dios de entre aquellos que ocupan la anchura del cielo. ¡Ojalá que así fuera el varón a quien llame mi esposo, que viniendo al país le agradase quedarse por siempre! 220 Al dar instrucciones a Odiseo acerca del camino hacia el palacio de su padre, la princesa dice que quiere evitar las hablillas, pues algunos súbditos son atrevidos y hasta quizás uno más ruin dijera: ¿Quién es ese extranjero tan alto y hermoso que sigue a Nausícaa y en dónde le halló? Por ventura su esposo / vendrá a ser? 221 Alcínoo, por su parte, ve en el peregrino Ulises al hombre que desearía por esposo de su hija y expresa abiertamente tal deseo, ofreciendo al marino un futuro: Y ojalá, ¡oh padre Zeus, Atena y Apolo!, que siendo tal cual eres y acorde también tu sentir con el mío, a mi hija tomases de esposa y con nombre de yerno a mi lado quedaras: daríate una casa y hacienda, si ello fuera tu gusto 222 . ¿Hubo un principio de enamoramiento de parte de Nausícaa? Tanto Alcínoo, como su esposa Areté como su hija mostraron gran admiración al viajero y lo trataron con afecto. Pero quizás esto respondía a la manera de ser de ese pueblo ―bienaventurado‖, de esa gente pacífica y feliz. El pasaje más sugestivo es aquél en que al salir del baño - el primero desde que dejó la mansión de Calipso -, es observado ―con los ojos bien fijos‖ por Nausícaa, quien le pide que no la olvide cuando llegue a su tierra, pues a ella debe su rescate: Tras el baño las siervas lo ungieron de aceite, la ciñeron la túnica en torno, el espléndido manto, y salió para unirse a los hombres que estaban bebiendo 220 Homero: Odisea , VI, 241-245. 221 Ibídem, VI, 276-278. 222 Ibídem, VII, 311-315.
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