La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis

124 su ―gran cuerpo cantado‖, de sus ―rodillas tan atormentadas‖ y de sus ―pálidas manos que devoró el telar y que quemara el dolor‖. En todas estas expresiones, como puede apreciarse, está presente el elemento clásico. Las palabras de bienvenida que pronuncia Penélope parecen reflejar la esperanza de que la nuera y luego su hijo traigan alegría a su triste hogar. Se abren las puertas de bronce de la fortaleza y se vio el gran cuerpo cantado de la suegra, con los brazos abiertos: ―¡Novia mía – musita – mi señora novia, mil veces en buen hora nos / llegaste, con las coronas en la frente y con el hijo en el seno; en la sonrisa del nieto otra vez cual golondrina trinará el hogar!‖ Inclínase la virgen, besa las rodillas tan atormentadas y las pálidas manos que devoró el telar y que el dolor quemara, y ella la besa en cruz en sus mejillas de manzana; levantan el pie derecho y ambas el pórtico atraviesan 208 . Al ver instalarse la joven pareja, termina de desarraigarse el alma de Ulises. Ha enterrado al padre, ha casado al hijo. Ahora los preparativos para la segunda salida de Itaca se apresuran y pronto todo está ya listo. La noche de la boda de Telémaco y Nausícaa es también la noche de la conspiración. Ulises sorprende a su hijo, que deja el lecho nupcial para vestir sus armas. Lo increpa, haciéndolo volver donde su novia. Es ésta la única vez que Odiseo menciona a su esposa por su nombre: ―¡Eh hijo de Penélope!‖, gritó y su cuello se ahogaba. [...] Deja las armas y vuelve a tomar a tu pareja. [...] No deseo que se manchen con sangre las coronas de la boda‖. Por última vez dormirá Odiseo esta noche en su isla y en su cama. Ni una palabra dirige a su mujer, que finge dormir, cuando, después de dejar todo preparado en la playa, va al dormitorio a descansar un poco. El llanto, el desgarrarse piel y cabellos, serán la expresión del dolor de Penélope. Abandonada para siempre, será también desde ahora olvidada. El relato en este patético pasaje la nombra como ―la desdichada mujer‖ i ámiri yineka; ―la pobre mujer‖ i dolia ; ―la infeliz mujer‖ i mavri yineka. Subió Odiseo, inmutable, a su elevado lecho 208 Ibídem, II, 1128-1236.

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