Ensayos sobre socioautopoiesis y epistemología constructivista
Perspectivas Autorreferencíales mente si "hay que preguntarse por las causas de las causas "; una tarea sin fin sino la pensamos con esperanzas de aproximación que encuentran su seguridad última en el funcionamiento de la complejidad (Luhmann 1991:474). Este concepto tiene que ver también con la idea de que la propia investigación de sistemas es un sistema; sólo puede formular su concepto básico incluyéndose a sí misma (Luhmann 1991:477). Es decir la investigación es un sistema que se usa para comprender sistemas, uno de los cuáles es la propia investigación de sistemas. De esta manera se produce un conocimiento autorreferencial (recursivo), compuesto por "innumerables experiencias con el objeto". La Observación Autorreferencial como Paradoja Si bien la teoría Luhmanniana está cruzada por paradojas (incluyendo a la moder– nidad corno una de ellas), vale la pena detenerse en aquellas que se fundamentan en el propio sistema que hace distinciones, o sea, un sistema observador. Esta opción expositiva, desde mi punto de vista, no es gratuita. Por lo menos por tres razones básicas: 1) desde la perspectiva luhmanniana, siempre un sistema se autoorganiza en relación al entorno. 2) siempre una observación es autorreferencial en la medida que remite al mismo sistema que la realiza. 3) así ni el sistema ni la observación son posibles sin el entorno, si se me permite, sin la alteridad. Arnold y Robles (2000) sin embargo nos advierten de algunas de las paradojas de esta observación. Los mecanismos para realizar la distinción que el observador realiza se invisibilizan durante el tiempo que esta está en curso. El observador no puede ver que estructuras o funciones están a la base de sus distinciones, y es más, tiende a percibirlas corno una propiedad del entorno. Ramos, por su parte, en 1997, enumera las tres parado– jas de esta observación. Primera: " el observador es el tercer excluido y, por lo tanto, es ciego para sus propias observaciones, pues no ve lo que no ve" (Ramos 1997: 140). Segunda: "el observador excluido de su observación (1 a paradoja) está incluido en su obscrvación" (Ramos 1997: 140) Tercera: "el autoobservador es un heteroobservador para sí mismo. El ciego (1" paradoja) que se observa en sus heterobservaciones (2" paradoja) observa en realidad a otro cuando se observa a sí mismo: es el mismo y un otro corno observador y corno observado" (Ramos 1997:140). Sin embargo, el observador regular (por ej. el cientista social), a pesar de que sus distinciones permiten marcar un solo lado de la diferencia, sigue acumulando observa– ciones, siempre de una manera autorreferencial. La paradoja arriba cuando el observador intenta aplicar sus criterios de distinciones a las distinciones que realiza. Esta autoimplicación elíptica no se puede evitar en una investigación social don– de la heteroobservación y la autoobservación tienen lugar. Es más, es parte del juego. Como en toda la obra luhmanníana, las paradojas lejos de ser concebidas corno paralizadoras de la comprensión la estimulan. Esta autoobservación de segundo orden o la heteroobservación, realizada por otra investigador son las únicas salidas. Esta observación de segundo orden, corno dicen nuestros autores, no es algo nue– vo en las ciencias sociales en la medida que el tema de 10 latente ha sido abordado de distintas maneras: el funcionalismo antropológico, la crítica ideológica, el psicoanálisis '0 la sociología del conocimiento. Sin embargo se debe señalar que la han abordado más como falsa conciencia que corno un segundo nivel de observación. Me detendré en este punto más adelante. Retomando, la observación no solo es posible gracias a la existencia del Otro, de un entorno, sino que además, contiene dentro de si misma la ~jenidad: el observador se es ajeno a si mismo. 214
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