Ensayos sobre socioautopoiesis y epistemología constructivista

Recuperación del Observador La ilusión de la objetividad: ¿es posible la neutralidad y correspon– dencia? En el momento en que ya no es posible sostener la correspondencia directa entre datos y realidad --entendida como mundo empírico-- se asiste a la fractura del funda– mento y exposición discursiva de la ciencia tradicional, empírica y positiva. Dicha falta de correspondencia desde los indicadores como referentes (media– ción) implica una forma de traducción/interpretación no claramente definida y acotada, donde se reconoce la intervención del sujeto, el cual deja de ser ese ente pasivo que capta, recoge y registra la realidad sin intervención, para transformarse en un ente activo, donde el conocimiento se constituye en objeto/sujeto, lo que reivindica el papel de la teoría en el proceso de recorte/construcción de la realidad. Al respecto, cabe preguntar: ¡,cómo se gesta la fractura de los pilares de la ciencia empírica? Pues bien, quizá en este punto resulte pertinente recordar que la ciencia empí– rica exige que tanto las teorías como las hipótesis se califiquen de 'verdaderas' o 'falsas' en función de su contrastación con la experiencia (9) (observación empírica capturada por los datos); y es precisamente en este punto donde surge la polémica ya que, como destacan Piaget (1985), Glasersfeld (1996), Foerster (1994) YWatzlawick (1994), entre otros, no hay sensaciones puras, es decir, independientes de la reflexión de los sujetos. Todo conocimiento es una selección/traducción/interpretación. En este sentido, si bien el dato empírico tiene la misión de verificar, siempre se tratará de un dato 'contaminado' de valores, prejuicios, intereses, etcétera. Por eso la sensación pura no existe, pues la percepción nunca es la suma de sensaciones puras, sino que ellas aparecen como percepciones totalizantes en las que siempre hay un componen– te de construcción conceptual por parte del conocimiento. En resumen, las percepciones siempre son históricas e invariablemente poseen un componente cultural. Así, el "dato empírico estará más claramente determinado por la conceptualización teórica y el recor– te de realidad externa que lleva a la generación de datos estará normado por los propios conceptos que se quiere verificar" (De la Garza, 1987: 286). Piaget y Garda ( 1985) dirán que no existe una frontera delimitable entre los apor– tes del sujeto y los del objeto, y que la aproximación al conocimiento ocurre en función de sucesivas logicizaciones y matcmaLÍzaciones. Así, la objetividad va incrementándose en la medida que dichos procesos van enriqueciéndose. Esto fue mostrado por Foerster al identificar que todas las señales enviadas desde los elementos sensoriales a la corteza cerebral son iguales. A este fenómeno lo denominó "codificación indiferenciada"; signi– fica que si una neurona de la retina envía una señal 'visual' a la corteza, esa señal tendrá exactamente la misma forma que las que provienen de las orejas, la nariz o los dedos. No hay ninguna distinción cualitativa y ningún indicio de lo que pudieran significar. Esto fue corroborado por Maturana en el campo de la visión cromática, lo que permite cues– tionar fuertemente la idea de que distinguimos unas cosas de otras por la información que recibimos del mundo externo (Glaserfeld, 1996). Ahora bien, si partimos de reconocer que no hay construcciones cognitivas (ni cuantitativas ni cualitativas) independientes de los sujetos, surge una pregunta: ¿cómo se expresa el problema de la correspondencia en el dato 'reflejado' por los indicadores'!, en tanto eso permite sostener el rescate del sujeto y definir los ámbitos problemáticos de discusión. Al respecto, vale la pena señalar cómo plantean esta situación dos de los pila– res de la ciencia empírica: Boudon y Lazarfeld por un lado, y Mayntz et al. por el otro. Según Boudon y Lazarfeld (1974), el paso de los conceptos a indicadores sigue tres etapas: 1. Descomposición, delimitación de las dimensiones, propiedades, elementos, etcétera. 203

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