Ensayos sobre socioautopoiesis y epistemología constructivista
Recuperación del Observador Como se advierte, el interés por la medición es antigua. Podríamos ubicar su relevancia dcsde los orígenes de la ciencia moderna, cuando la posibilidad de traducir proposiciones cognitivas al lenguaje matemático empezó a constituirse en signo de ma– durez y objetividad. Así, cuantificar los procesos sociales y culturales se erigió en una particularidad del procedimiento científico, ideal que aún se persigue en nuestros días. Veamos algunos argumentos esgrimidos por quienes se manifiestan a favor de los méto– dos cuantitativos. Por ejemplo, Mario Bunge (1975: 22) considera que si bien la medi– ción "no es una condición indispensable para que el conocimiento sea científico [... 11a ciencia procura siempre medir y registrar los fenómenos"; de igual forma, en otro trabajo (1980) afirma que si bien las ciencias sociales estudian cuestiones culturales en lugar de naturales, ello no impide que sean matematizables. De esta manera, Bunge intenta formalizar y cuantificar diversos conceptos prove– nientes de la sociología (como dependencia, explotación, clase social), y ante las críticas a este proceder argumenta que: es preferible un concepto simple y claro a una palabra que no designa ningún concepto preciso [...] la insistencia en que la realidad es demasiado compleja para ser apresada en fórmulas matemáticas no es sino una forma de oscurantismo. De oscurantismo y a veces también de defensa de la ignorancia (B unge, 1980: 153). En la misma vertiente, Donsbach (1995), presidente de la World Association for Public Opinions Researeh (wapor), considera que ante la pérdida de terreno de la medi– ción, es momento de tomar la ofensiva y reafirmar la posición: Tratamos de establecer lo que la gente piensa y tratamos de probar hipótesis me– diante la aplicación de categorías predefinidas a un número grande de unidades de análi– sis. Nuestro procedimiento es un proceso de reducción en tres pasos: frecuentemente medimos el total de la población, medimos sólo tramos específicos de nuestros encuestados y reducimos la complejidad en nuestros datos en ciertas estructuras, como por ejemplo, la correlación entre variables. En esencia, medimos ... Por tanto, somos imprecisos en la descripción de las idiosincrasias individuales de los encuestados, porque nunca seremos capaces de atrapar la totalidad de sus opiniones y actitudes. Pero, por otro lado, es exac– tamente esta reducción lo que nos permite conseguir dos objetivos: la evidencia sistemá– tica que va más allá de los casos individuales y que conduce a teorías o leyes, así como a la 'intersubjetividad', evidencia que es influida lo menos posible por las creencias subje– tivas del investigador. Si creemos que el objetivo de cualquier ciencia es encontrar leyes generales que encuentren amplios consensos, entonces éste es el camino (Donsbach, 1995; 53). Sin embargo, es preciso aclarar que no todo aquel que utilice datos debe ser con– siderado fiel seguidor de los métodos cuantitativos. Es importante diferenciar los objeti– vos y los sistemas de notación en que se producen y exponen las observaciones e indaga– ciones acerca de la realidad. Como lo plantean Schwartz y Jacobs (1984), la diferencia entre la sociología cualitativa y la cuantitativa puede reconocerse a partir de los sistemas de notación utili– zados para describir el mundo. Los que utilizan los métodos cuantitativos asignan núme– ros a las observaciones cualitativas. En este sentido, producen datos al contar y 'medir' cosas. Las cosas medidas pueden ser individuos, grupos, sociedades enteras, aclos de lenguaje y así sucesivamente. Los investigadores que proceden mediante métodos cuali– tativos, en cambio, describen sus observaciones en lenguaje natural. Difícilmente hacen cuentas o asignan números a estas observaciones. La aplicación de sistemas de notación corresponde a grandes diferencias en cuanto a valores, metas y procedimientos para rea– lizar investigaciones e interrogar a la realidad. 196
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