Ensayos sobre socioautopoiesis y epistemología constructivista
Teoría de la Autopoiesis mento o descomposición de la comunicación. Pero esto es cuestionable. La diferencia que permite el inicio de un sistema construido con base en la doble contingencia es si "el interlocutor acepta o rechaza una comunicación" o, dicho de otra manera, si la acción de información y notificación de A amerita una acción de compren~ sión de B. Como se deduce, lo anterior implica presencia (cuerpo en el lenguaje de Maturana), percepción, acción y comunicación; pero lo notable de Luhmann es que opta por la comunicación. En algunas interpretaciones de la obra de Luhmann y en particular en el problema de la interacción social o los sistemas interactivos, se habla de que la autopoiesis del sistema es la mutua presencia. Sin embargo, no concordamos con esta apreciación, por su sesgo fisicalista. Más bien, diremos que los cuerpos o la presencia es un requisito, como tantos otros (como por ejemplo, la efectividad de los sentidos: ¿qué rol podrían jugar los cuerpos sin visión, sin tacto, olfato, oído y sin gusto?) El punto de partida es la actuación contingente de cada individuo. Todos tenemos múltiples posibles maneras de actuar y cada una de ellas puede que otorgue un marco de actuación a la actuación de los demás: la detenuinación de la conducta propia deA puede condicionar la conducta de B y viceversa. La doble contingencia es siempre productiva en la medida que la arbitrariedad de la conducta de A no impide que ésta posea un valor informativo o en términos más generales, un valor comunicativo para las actuaciones de los demás. En el plano psíquico. la causalidad del sistema interactivo se asocia a metas, ob– jetivos y profecías; mientras que en el plano de la conducta, se asocia a casualidades, errores o impulsos (coordinados o no). En cualquier caso, todo evento es productivo para el sistema, que de ésta forma se cierra y autorrefiere. Ello se traduce en una de las máxi– mas de la teoría general de sistemas: sin ruido no hay sistema. Nuestra posición es que la génesis de un sistema interactivo real. no teórico ni nominal, sólo es posible a partir del ruido que surge de un individuo. Otra cosa es que, como sustentan algunos constructivistas pragmáticos, a gran escala la pregunta por la génesis sea irrelevante o técnicamente imposible de contestar. Lo importante acá es que dicho ruido "presupone una complejidad estructurada en el sentido de distribuciones no arbi trarias" (op.cit, 131). No tenemos noticias de si esta afirmación se refiere a la signi– ficación estadística del concepto de ruido, como por ejemplo, en Mandelbrot pero desdc esta interpretación, la sentencia podría ser de vital importancia. A y B, aquellos que determinan su acción en la doble contingencia, pueden expe– rimentar la selección del otro sí y sólo sí comparten el significado (en el sentido tradi<.:io– nal del término) de la contingencia o, dicho de otro modo, si son <.:apaces de traducir lo universal de dicha contingencia. Ello porque la incertidumbre, con la radicalidad con que Luhmann la plantea, es insostenible. Es decir, está la inseguridad propia de A, la inseguridad del otro (B), la inseguridad de la selección de la condu<.:ta del otro (percibida por A y que depende de A; y, adicionalmente. lo mismo para B). Las posibilidades son varias: orientar la conducta en correspondencia con mis pensamientos, orientarla de acuer– do a la selección del otro o bien orientarla de modo <.:ontextualizado (sentido social tipi– ficado). En cualquier caso, repetir esa decisión y ese ejercicio rellexivo -diariamente decenas dc veces- haría la vida social insosteniblemente tensa y agobiante. Nos parece que falta (o sobra) una pieza del puzzle. Con mayor razón cuando hoy la inseguridad respecto a la conducta propia ya no es tematizada como debilidad, tentación y pecado; y, por tanto, no es posible exorcizarla. Con todo, según Luhmann, los individuos se experi– mentan y se conducen en su respectivo entorno como sistemas-can-entorno. Cada indi– viduo es y tiene, parafraseando a Spencer-Brown, "su lado", que le permite distinguirse de] entorno, es decir, del mundo como tal, y de otros individuos, que son a su vez. siste– mas-e n-el-entorno y sÍstemas-con entorno dentro de su entorno. La experiencia del en– torno se vuelve gravitante porque sólo se puede actuar hacia el otro, dirá Lul1mann, cuando se sabe cómo uno mismo es experimentado por el otro en el entorno de aqueL Es 130
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