Ensayos sobre socioautopoiesis y epistemología constructivista

Teoría de la Autopoiesis como lo hace Luhmann, por ejemplo. Pero cuando habla de lenguaje señala que este no es fisiológico sino que ocurre en el dominio de coordinación de acciones consensuales, es decir, a pesar de que la potencialidad del lenguaje se encuentra en nuestra biología, ocurre en otro dominio. El lenguaje por lo tanto no es un fenómeno individual, como tampoco lo es la comunicación. No es que la comunicación (ya sea en tanto pautas o códigos) haga probable la comprensión entre dos individuos, sino que es la naturaleza del sistema nervioso lo que permite dicha comprensión. Ahora bien, investigaciones complementarias focalizadas en la dimensión comunicativa verbal de la interacción social, han asumido una idea similar (aunque no idéntica) de autopoiesis. Se trata del concepto de circularidad de las pautas de comunica– ción, planteado por Watzlawick y otros, donde A y B afirman que reaccionan frente a la conducta verbal del otro e intluyen sobre aquel a través de su propia reacción. En una primera aproximación, la doble contingencia desde la teoría de la comunicación humana nos guía a los conceptos de retroalimentación, redundancias y configuraciones. Si se afirma que la comunicación humana no es indeterminada, una forma de sacar conclusio– nes es metacomunicacionalmente, en virtud de que la comunicación adopta patrones o configuraciones dadas por las redundancias presentes en ella. La importancia de estas cone1usiones para el análisis de la interacción social son evidentes, en particular porque no requieren de un universo conceptual como el de la autopoicsis, hermético y arbitrario, siendo económico y eficiente a la hora de evaluar su contenido explicativo (11). Pero no es un objetivo de este trabajo realzar el enfoque anterior en desmedro del dc Maturana, sino más bien ilustrar muy rápidamente otro modelo posible. La aplicación de la teoría de la autopoiesis al fenómeno interactivo es interesante y original. Afirmamos, simple– mente, que ésta puede contener un número importante de objeciones. Así, quizás una de las debilidades más evidentes sea el desacuerdo preliminar sobre el rol que juega el concepto de autopoiesis en la descripción dc la interacción humana entre distintos exponentes de dicha teoría; desacuerdo que, a la vista de los antecedentes. sólo aumenta. En suma, la semántica de la teoría aún está en un estadio de ensayo y error, lo que en todo caso. no es necesariamente negativo ni criticable. Por ejemplo, la preemineneia de la categoría de autonomía en el caso de Vare la, en vez de autopoiesis como en Maturana, al investigar la naturaleza de las instituciones y organiza– ciones humanas (12). No es baladí plantear que los sistemas sociales son cerrados o abiertos, autopoieticos o autorreferentes, autónomos o heterónomos, entre otras distinciones posi– bles. Pero, independientemente de la semántica de la teoría, la idea de Maturana es que la interacción humana podría representarse de la siguiente manera: como flujos (habrá que especificar si de emociones, comunicaciones o coordinaciones de coordinaciones de con– ductas eonsensuales) al interior de una red cerrada que mantienen o producen la configu– ración de esa red. Habría que revisar, en todo caso, el rol del cuerpo en su teoría (afirma– mos que dicho rol no es tan relevante, en particular hoy, cuando un número no desprecia– ble de interaceiones comunicativas se realizan en ambientes virtuales). Por otra parte, su retlexión epistemológica no deja a nadie indiferente. Parte del axioma que no cs posible distinguir percepción e ilusión (lo que, entendemos, no consti– tuye novedad). Una percepeión nunca es completa ni verdadera, de allí que para poner– nos de acuerdo , por ejemplo en medir, utilicemos instrumentos. O en el caso de la interacción, pidamos confirmación al interlocutor en la vida cotidiana o un "intérprctc". Suponiendo que una percepeión es "verdadera" y una ilusión es "falsa", csto depende de donde nos posicionemos, en que lado de una determinada distinción: de allí la frase, por ejemplo, de que "todos somos generosos con el dinero ajeno". Pero al posicionarnos, elegimos un lado y no el otro y, también, asumimos - en algunos casos, por ejemplo de alta reflexión- los sesgos de esa posición. Sin embargo, creemos que no se trata de selec– cionar o imputar objetividad a una u otra perspectiva, sino en aceptar, como hipótesis, 124

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