Sectores: fenomenología de la vida social de un grupo de pacientes internados en un sector del Hospital Psiquiátrico de Santiago

leche condensada, cecinas, mantequilla, paté y la más variada gama de recursos, que para los más pudientes de los internos convierten el simple jarro de té con un pan en un pequeño banquete. Otras técnicas son más complicadas. Así, un paciente que consideraba que lo mejor de las co– midas venía cerca de la superficie de los grandes fondos en que llegaban los guisos desde la cocina, acostumbraba, unos 10 o 15 minutos antes de que ésta llegara, poner en el primer lugar de la fila, frente a la ven– tanilla del repostero, a otro interno muy pasivo, mientras él se dedicaba a una tranquila espera, platicando con otros internos o preocupado de otros menesteres personales en cualquier otro lugar; llegado el momento oportuno retiraba tranquilamente a su "representante" poniéndose en su lugar, sin ocuparse de él hasta la próxima ocasión en que volvía a repe– tir idéntico procedimiento. Otro llegó a discurrir la manera de obtener doble ración cuando las comidas le parecían suficientemente apetecibles, y cuando se daba la oportunidad de que los internos eran servidos en las mesas, con el sencillo procedimiento de poner una silla vacía a su lado y, frente a ésta, un jarro, una cuchara y alguna otra cosa; todo esto hacía pensar a los auxiliares que había otro comensal momentáneamente au– sente y se le dejaba sin problemas la comida, si se le llegaba a preguntar por el "comensal fantasma'' daba cualquier nombre que dejaba contento al auxiliar o simplemente lo confundía con una serie de explicaciones a medias dadas con aire de ingenuidad. Como nuestra preocupación fundamental se refiere a la vida de los internos, no nos hemos ocupado de los ajustes que, también, puede hacer el personal; sin embargo, éstos también ocurren. A este respecto puede bastar con señalar los comercios en pequeña escala que mantienen algunos miembros del personal con los internos: venta de sándwiches pagaderos de inmediato o a cuenta basta el día de visitas. Para los internos que contaban regularmente con éstas, la administración de los medicamentos puede ser, también, la ocasión de algún ajuste en este sentido. Algunos internos, que ocasionalmente formaban una camarilla ad hoc, juntaban sus pastillas durante varios días por el sencillo procedimien– to de escamotearlas, ante los ojos del auxiliar, y tomar sólo el vaso de agua mientras mantenían sus dosis en la mano. Luego llega el gran día y, en conjunto o solos, se podían brindar un gran atracón obteniendo una volada. Otra forma más generalizada de explotación es la utilización de los pacientes más "confiables" para hacer compras en el exterior del hospital: cigarrillos, alimentos y una que otra vez alguna botella de cerveza o vino. 85

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