Sectores: fenomenología de la vida social de un grupo de pacientes internados en un sector del Hospital Psiquiátrico de Santiago
vacía. Así cualquier cosa de mí -según esta nueva dimensión- existe a la manera de lo dado, por lo menos para mí, puesto que este ser que soy es padecido, es sin ser existido. Lo aprendo y lo padezco en y por las relaciones que mantengo con los otros; en y por las conductas de los otros para conmigo; me encuentro con ese ser en el origen de milprohibiciones y resistencias con que a cada instante choco: por ser menor, no tendré tal o cual derecho; por serjudío, en ciertas sociedades, estaréprivado de ciertas posibilidades, etc. Empero no puedo de ninguna manera sentir– mejudío, o menor, oparia; a talpunto, quepuedo reaccionar contra esas interdicciones declarando que la raza, por ejemplo, es una pura y simple imaginación colectiva: que sólo existen individuos. Así, me encuentro aquí de pronto con la alienación total de mi persona: soy algo que no he elegido ser. .. " 91 • Desde su ingreso, el interno ha perdido el control sobre sus relaciones sociales, no puede impedir ser visto, o estar en contacto físico, o compartir los mismos espacios con personas que puede c~nsiderar indeseables. Por otro lado no puede impedir el control del personal, quien puede imponer su presencia o hacer patente la realidad de la situación de subordinación del interno en cualquier momento. ''Hoy en la tarde, cuando el auxiliar le administraba los medicamentos a C. .. , sin que mediara ninguna provocación, trató de darle las pas– tillas en la boca de sus propias manos, afirmándole de un brazo con la otra. C. . . se veía dispuesto a tomar sus pastillas, pero no a que le sujetaran. -No me toque. .. no me toque. El auxiliar insistió. C. .. adelantó la mano para recibir las pastillas, el auxiliar insistió sujetándolo sin entreg~rselas. C. .. insistió varias veces en que no le tocaran, hasta que terminópor gritarparándose descifiante frente al auxiliar. Después de una breve lucha, el auxiliar logró sujetarlopor el cuello has– ta que dejó de resistirse, entonces le soltóy le dejó tirado sobre una cama. Cuando el auxiliar se marchaba, pasando por mi lado, expresó para sí mxsmo: -Este no me conoce bien... ahora va a ver... 91 J. P. Sartre, El ser y la nada. Buenos Aires: Losada, 1972, p. 641. 72
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