Sectores: fenomenología de la vida social de un grupo de pacientes internados en un sector del Hospital Psiquiátrico de Santiago
3. El proyecto El hombre no es otra cosa que lo que él se hace; es éste el principio de la preeminencia de la subjetividad. "El hombre comienza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es conciente de proyectarse hacia el porvenir. El hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetiva– mente, en lugar de ser un musgo, una pobredumbre o una coliflor; nada existe previamente a este proyecto; nada hay en el cielo inteligible, y el hombre será ante todo lo que habráproyectado ser" 33 • C. El hombre entre los hombres Se ha hecho una rápida revisión de los conceptos fundamentales de la fenomenología existencial, ésta se justifica como un paso necesario para la comprensión de la especificidad de los actos humanos en relación con un mundo en que se encuentran otros hombres. El hombre se encuentra en un ambiente social y tiene la posibilidad de transformar éste sobre la base de condiciones dadas. Pues el hombre se caracteriza, principalmente, porque es capaz de superar una situación, es capaz de hacer o deshacer lo que se ha hecho de él, aún cuando jamás se reconociera en su propia creación. La conducta más rudimentaria puede ser vista a la vez en relación con los factores objetivos, reales, presentes, que la condicionan, y en relación con cierto objeto foturo al cual trata de dar nacimiento. Esto es lo que se ha llamado proyecto. El hombre tiene siempre ante si un campo de posi– bilidades, por reducido que pueda ser. "Un hombre se define por su proyecto. La.verdadera estructura de una vida es esta relación inmediata, más allá de lo dado y lo constituido, con lo otro-que-no-es-uno-mismo, [ . .}. No es una necesidad o un sentimiento, sino que nuestras necesidades, sentimientos e inclusive nuestros pensamientos más abstractos participan de ella. Se encuentran en perpetuo estado de estar-foera-de-sí-mismos- hacia. Esto es lo que llamamos existencia, y resulta claro que con este término no entende– mos una sustancia estable que reposa en sí misma, sino un perpetuo 33 J. P. Sartre, El existencialismo es un humanismo. Buenos Aires: Ediciones Sur, 1973, p.18. 40
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