Sectores: fenomenología de la vida social de un grupo de pacientes internados en un sector del Hospital Psiquiátrico de Santiago
"puertas abiertas" y de "des-institucionalización" que emprendiera Franco Basaglia en Italia. Otras se situaron en un campo de acción que, sin desco– nocer esta dimensión política de la situación de la enfermedad mental en la cultura y en las sociedades, apuntaban a ofrecer espacios alternativos donde ésta pudiera ser escuchada en su dimensión subjetiva y en su posibilidad de palabra y de experiencia. Fue el caso de las iniciativas antipsiquiátricas en Inglaterra (Roland Laing y David Cooper fueron sus exponentes más conocidos) y de lo que desde entonces tomaría el nombre de la psicoterapia institucional, que en Francia se ha desarrollado, entre otras modalidades, bajo la impronta del trabajo de Francois Tosquelles o de Jean Oury. El denominador común de todas esas experiencias críticas resalta la condición a la vez individual y social de la locura, de la alienación o de la enfermedad mental. Ellas contribuyeron a darle contenido histórico a la idea de Freud de que toda psicología individual es al mismo tiempo psicología social y a la perspectiva marxista que veía en la conciencia o en la experiencia individual la expresión de una vida definida por la alienación social. De esos antecedentes se nutre, creo, parte del interés de Hugo Rojas por hacerse pasar por enfermo en el hospital psiquiátrico de Santiago y de registrar esa experiencia. Aun cuando en Chile, probablemente por razones propias a otras urgencias, las reformas psiquiátricas y las prácticas alternativas a la reclusión tomarían mucho más tiempo para poder ser desarrolladas, aunque sea parcialmente, y sujetas a nuevas restricciones (como el deterioro de los recursos administrados por el Estado para poder implementarlas bien). Sin embargo, esta voluntad por pensar y practicar nuevas maneras de tratar con los "trastornos mentales" (fea expresión, pero no encuen– tro otra) ha estado presente en diversos momentos de la historia más o menos reciente de Chile, aun cuando estuviese marcada por anteriores interrupciones y por actuales limitaciones. No es un detalle histórico el hecho de que en 1973, precisamente cuando adquiría más desarrollo el movimiento crítico de la psiquiatría, del psicoanálisis o de la psicoterapia en Europa, se interrumpiera en Chile la experiencia social de enfrentar como asunto político lo que hasta entonces permanecía encerrado en los hospitales, las familias o las consultas. Tal vez si otra hubiera sido la his– toria -tal vez no, no hay cómo saberlo-, esos antecedentes que en 1973 eran absolutamente actuales, hubieran permitido desarrollar mejor lo que tomaba la forma de políticas de salud mental insertas en la vida social. Y seguramente no hubiera demorado tanto la transformación, todavía incompleta, de las condiciones de vida en algunos hospitales o sanatorios; 12
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