Sectores: fenomenología de la vida social de un grupo de pacientes internados en un sector del Hospital Psiquiátrico de Santiago

también da cuenta de movimientos, de circuitos, de gestos que definen esa vida social en tóda su simplicidad y en toda su humanidad. Los fragmentos de esa vida que Hugo Rojas consigna en sus notas de campo expresan circuitos tan exteriores como interiores a sus protagonis– tas. Las puertas que se abren y se cierran, los encuentros y desencuentros de unos y otros, la presencia ausente de un exterior que se espera acoger en las visitas de afuera, todo ello dibuja una cartografía que tiene otra expresión en la oralidad de líquidos, alimentos y cigarrillos, así como en los ritmos repetitivos de mañanas y de noches (a un hombre que duerme, decía Proust, lo rodea el orden de los años y de los mundos) o en una sexualidad inconfesada. Podría decirse que hay aquí una descripción expresionista de lo que ocurre en el Sector. Eso es cierto sólo en parte. Porque habría que agregar a esa descripción que muestra lo que ocurre toda una micropolítica y una microeconomía de los espacios del asilo y, por lo tanto, de la alienación. El poder y la violencia no están ajenos a esa mirada que destaca la vida social en un pequeño sector del hospital, de lo cual las amenazas más o menos visibles del electroshock o del encierro que ha de perdurar indefinida– mente, no hacen más que mostrar sus ejemplos cotidianos. Asimismo, la economía que hace circular las cosas ahí adentro parece ser el reverso de una 'economía que, ahí fuera, parece estar comandada por el mercado de los hombres y de las cosas. ** El texto que comentamos se inscribe, al menos en parte, en una perspec– tiva crítica que había comenzado a desarrollarse más de una década antes en diversos países de Europa, dirigida a cuestionar la situación de la llamada enfermedad mental como signo de los discursos y de las prácticas que, desde hacía siglos, la encerraban en los espacios del asilo y en las frías nomenclatu– ras de la nosología médica. Por entonces, y bajo la influencia del marxismo, del psicoanálisis, de la fenomenología social y de una cierta manera de pensar el poder en el espacio de las instituciones y de la vida cotidiana, se abrirían nuevas formas de concebir la alienación (mental, en este caso) y, desde ahí, de promover prácticas alternativas al encierro "clásico". '· Estos discursos y estas prácticas adquirieron diversas expresiones, más o menos radicales desde el punto de vista de las políticas de la "salud mental" que eran puestas en tela de juicio. Algunas incidieron en "reformas" jurídi– cas e institucionales mediante las cuales se producirían transformaciones políticas de la situación de los sujetos-enfermos, excluidos hasta enton– ces de su posibilidad de vivir en la ciudad. Fue el caso de las prácticas de 11

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