Sectores: fenomenología de la vida social de un grupo de pacientes internados en un sector del Hospital Psiquiátrico de Santiago

la obligación de producir tal testimonio. Sea como sea, la situación de la vida social de los pacientes del sector no es más -ni menos- que la situa– ción de extrema visibilidad y de terminante oscuridad de una vida que no está en otra parte, y que estando aquí, al lado nuestro, no debe y no puede ser vista. * Insistiendo en la idea de que hay distintas maneras de ver las cosas, puedo contar que hace algún tiempo me sumergí en una oscura y polvo– rienta bodega del hospital psiquiátrico de Santiago, a pocas puertas del lugar donde Hugo Rojas realizara su observación algunos años antes. Ahí se acumulaban cientos de antiguas fichas de pacientes donde se consig– naba el devenir clínico de esas personas que hace dos siglos comenzaron a llamarse alienadas y que más tarde se llamarían enfermos mentales. Yo pensaba, tal vez con alguna ingenuidad, que podía encontrar en esos archivos de la insanía las pruebas escritas de su historia y de la historia de Chile. El proyecto no pudo llevarse a cabo como yo pretendía, entre otras razones porque esas fichas hablaban más de la manera como esas historias no eran relatadas que de la historia de los sujetos que ahí eran consignados para en algún sentido desaparecer. Me engañaba probablemente, porque al estar tan cautivado por las pa– labras y las cosas, con mi pretensión arqueológica no hacía más que volver a olvidar, para mí mismo, una historia que estaba -y que está todavía– más presente, más en la superficie y en los espacios de la vida cotidiana de los pacientes que habitan los sectores del asilo, que en un pasado que mi afición de anticuario aficionado pretendía recuperar. Retomo esta pequeña anécdota porque he vuelto a recordarla con motivo de la memoria de Hugo Rojas que publicamos aquí. No sólo porque Hugo aceptó utilizar un fragmento de estas fichas, de estos restos arqueológicos de la mirada médica sobre la loc.ura, para ilustrar la portada de este libro, sino porque la observación que él realizara en 1980 se sitúa en una perspectiva diferente. Son distintas maneras de ver las cosas. El trabajo de Hugo Rojas da cuenta, desde la perspectiva fenomenoló– gica que adopta teórica y metodológicamente, de la vida de los pacientes tal como transcurre en los espacios de su reclusión y de su posible o im– posible tratamiento. Aquí se trata menos de una arqueología que de una etnografía. Pero no se trata únicamente de mirar cosas, de recorrer espa– cios, de visualizar las interacciones que el sector alberga, como si se tratara sólo de hacer una suerte de fotografía de ese lugar cerrado. La observación 10

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