Salud mental y contrainstitución

desalineación. Nos movemos en esa lógica del discurso capitalista y nos acercamos a un discurso analítico que no borra la verdad constitutiva de la falta en ser a través de objetos de consumo. Nos encontramos acá con otra premisa, otro supuesto, el que habrían formas, órdenes de 10 social que generarían más sufrimiento que otros. Es decir, no da 10 mismo de qué amo se trate, en esa dialéctica hegeliana que mencionábamos en párrafos anteriores, no da lo mismo una ideología que otra, cada una genera goces distintos. En tal sentido, es que hay una añoranza por lo comunitario versus el individualismo exitista como forma de vinculación imperante propia de la modernidad y de las sociedades globalizadas 6 • Acá parece necesario señalar que las políticas públicas siempre van a depender del discurso científico. La medicina basada en evidencias, al intentar borrar el malestar del sujeto, lo aumenta. Ya que el deseo del otro se vuelve inconsistente, al ser anónimo e impersonal, ¿qué espera ese Otro de mí? Se trata de una gestión científica del malestar. ¿Cómo el esclavo puede hacer gozar a una figura impersonal como la ciencia y el capital? El sujeto es impelido a consumir(se). Y entonces surgen preguntas como ¿cuáles son los imperativos categóricos con los cuales la gente lucha y muere?, ¿los significantes primarios de este Otro social que nos determina?, ¿tener un cuerpo por sobre ser un cuerpo?7. ¿Oye sea un cuerpo como el de todos, un cuerpo más entre otros cuerpos formateados, esculpidos por el bisturí de esa ciencia-dios? Consideremos aspectos centrales del sistema de salud predominante, por ejemplo, su agenciamiento a través de gestores (los agentes de la salud) como formando parte central de la sociedad contemporánea basada en el modelo del Estado-Nación, el cual como indicábamos separa y acumula el poder de cada individuo en un organismo central que regula todo proceso de vida, todo proceso lenguajeado. En donde 10 que actualmente primaría es el poder del saber científico anónimo y sin un rostro unívoco, la tecnología sería en tal sentido el objeto de deseo o incluso de causa de deseo, todo 10 cual se concretiza, se hace cuerpo, en un devenir en eterno presente, una modernidad que nace y muere en cada segundo en fragmentos inconexos, en donde lo que prima es la gestión de competencias mecánicas, alienación de todo 10 que en esencia ha constituido 10 propio de lo humano, es decir, en último término, deshumanización. Y nos abrimos una vez más a pensar qué subjetividad se genera desde otro orden, por ejemplo, el de los pueblos como el mapuche, en un rescate de la propia verdad por muy indescifrable o inaprehensible que ésta sea. 6 G. Lipovetsky, Los tiempos hipermodernos. Barcelona: Anagrama, 2006. 7 D. Le Breton, Antropología del cuerpo y modt'rT/idlld. Buenos Aires: Nueva Visión, 1995. 73

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