Salud mental y contrainstitución
juegos que administraron los mismos niños y jóvenes, habiendo, por ejemplo, un encargado del metrópolis, otro del ludo o el dominó. Así, pasaron tardes enteras jugando y espontáneamente se fueron sumando otros familiares a jugar, como papás, abuelas y hermanos. En la línea del modelo de protección, los equipos de La Caleta van promoviendo la creación de grupos de trabajo por edades e intereses comunes como manualidades, danza, venta de productos o formación de monitores. Junto a lo anterior, La Caleta ha desarrollado un dispositivo de vocerías que busca fortalecer y potenciar el liderazgo, apostando a que niños, niñas y jóvenes puedan ser interlocutores válidos frente a sus pares y a los adultos. Cada grupo elige un delegado, quien además podrá ejercer el rol de vocero en determinados contextos de interlocución. Continuamente se refuerza a los voceros la consigna de que lo que digan no puede constituir su perspectiva personal, sino el pensamiento de su grupo, o más ampliamente el de los niños caletanos. Los voceros acuden a los diversos encuentros con el mandato de transmitir después a sus grupos los acuerdos y aprendizajes obtenidos. El trabajo de vocerías de La Caleta ha trascendido fronteras, siendo presentado por dos niños en el Foro Social Mundial en Brasil. En Chile participan en el Foro de Niños de la Red de ONGs de Infancia, donde convergen distintos voceros nacionales. Y también han participado en la Cumbre de Ministros de Infancia realizada en Temuco el año 2006, entregando su declaración a los asistentes. Estas participaciones son percibidas como hitos que marcan el trabajo de vocería, traduciendo una posibilidad efectiva de posicionamiento de la infancia y adolescencia como portador y portavoz de un saber social. La cotidianidad de estos niños, niñas y jóvenes está atravesada por la sensación de desprotección, de injusticia y de frustración de sus necesidades de desarrollo, por el peligro y por la ocupación de sus escasos espacios de juegos por el narcotráfico y enfrentamientos armados, conviviendo con la muerte en un territorio poblado de animitas y huellas de balas. Esta percepción es captada por los equipos de La Caleta en espacios de conversación sobre el estado de sus derechos, y es mostrada a la comunidad en un trabajo conjunto que da cuenta de la responsabilidad compartida por una infancia y adolescencia digna. En este sentido, la población Yungay realizó una campaña, al modo de una contienda electoral, llamada "La Yungay re-acciona por los derechos", donde las propias familias desplegaron gigantografías en los frontis de las casas con los rostros de sus niños, nhias y jóvenes, diciendo "vota por mí" y alguno de los pensamientos importantes obtenidos en los diagnósticos, como por ejemplo, "que no nos peguen más ... ", "que no nos tiren más balazos...". En La Legua, en cambio, la intervención consistió en instalar en cada pasaje banderas blancas que significaban que en ese momento había niños jugando, por lo que no podía haber enfrentamientos armados. Esto implicó establecer horas de juego, mediar con los adultos para que se responsabilizaran de que no hubiese 55
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