Salud mental y contrainstitución
caminar y moverse es poco armoniosa dando la impresión de un habitar corporal dificultoso. Parece un niño que se pudiera caer en cualquier momento, inestable, palabra que lleva a actuar a quien observa, e intentar sostenerlo, contenerlo y acariciarlo. Ricardo exploraba todo con sus manos, tocaba las paredes, las personas, los juguetes, tal cual lo hace un lactante de meses. La comida la tomaba con las manos, embadurnándose con ella por todo el sector de la boca.Todo se lo echaba a la boca, no existía una distinción entre aquello que se puede comer y aquello que no, de ahí que muchas veces era encontrado en el basurero o comiendo tierra. No había algún tipo de comida que no le gustara. A partir de esto se podía ya reconstruir algo de su vivenciar psíquico. Al hablar de Ricardo había que pensar más bien en un niño de meses de vida, que no ha podido distinguir un adentro de un afuera, donde efectivamente todo es ingerido. Casi todo su contacto con el mundo era a través de la zona oral, su imagen inconsciente del cuerpo, tal como lo señala Franyoise Dolto! se encuentra estructurada en esta zona, de ahí que sus manos más que servir para una prensión o un lanzamiento de las cosas -como expresión de lo expulsivo propio de una etapa sádico anal- lo que se encuentra es que sus propias manos actúan como bocas, y que el mundo externo ha de pasar por estas como forma de integración. Ante esta hipótesis se señala que lo más probable es que Ricardo al momento de ser separado de sus padres por carabineros aún amamantaba y que tal hecho había marcado el momento del destete. Ante esta reconstrucción es que las intervenciones se dirigirán tanto a un trabajo con Ricardo, pero por sobre todo a un trabajo con la institución a la cual le es de,rueha su demanda. En cuanto al trabajo individual, se permite un acompañamiento más cercano, en el sentido que tras la elaboración generada se pasa a poder compartir más en los momentos de comida, y el acompañante puede por ejemplo, dar la comida, verbalizando lo que Ricardo va comiendo, e indicán– dole texturas y sabores, como también aquellas cosas que no se pueden comer. En cuanto a la intervención institucional, se tienen reuniones tanto con el equipo técnico como con la cuidadora significativa, indicándoles la importancia de entregarle a Ricardo un cuidado especializado similar al que se tendría con un niño más pequeño, donde en efecto pudiese vivir completamente tal periodo de dependencia absoluta en el otro, tales como darle la comida, darle mayor importancia a los momentos de cuidado de su cuerpo, como el baño o la muda. Poco a poco Ricardo comienza a decir que no a ciertas comidas, como también a hablar más en su vida institucional. Aparece una primera demanda al acompañante, que es ante cada visita recibirlo con un "hola", tomarle la mano y llevarlo a algún punto del hogar, que por lo general eran lugares muy importantes para él, sobre todo lugares donde su cuerpo quedaba completamente al cuidado de otro. E Dolto, La imagen inconsciente del cuerpo. Buenos Aires: Paidós, 1984. 47
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