Salud mental y contrainstitución
Tanto en Chile corno en distintas partes del mundo la respuesta mayoritaria del sistema social instituido ha sido represiva, intentando diluir o disolver a los movimientos okupas. Pareciera que el sistema contracultural de las casas okupas es de tal envergadura que opera corno un "analizador" social que devela algo oculto, entendiendo por analizador a aquello "que permite revelar la estructura de la institución, provocarla, hacerla hablar"6. A continuación se describen y analizan dos experiencias okupas en Chile: el "Centro de Investigación Escénica Aki" y "La Cañería". "Centro de Investigación Escénica Aki" Esta okupa es una alternativa cultural y asociativa, lo que se denomina un "centro social okupado". Se ubica en la calle República, en una ex propiedad de la DINA, que file utilizada en sus orígenes corno centro de detención y tortura durante la dictadura militar, y que posteriormente pasó a manos del Estado (propiedad del SERVIU). Luego de 10 años de abandono, el 2004 un grupo de jóvenes decide limpiar el basural que allí se encontraba para transformarlo en un sitio de desarrollo de actividades culturales. Según la información recogida, en esta casona se gestaron actividades artís– tico-culturales diversas: fotografía, teatro, danza, graffiti, clown, yoga, literatura y matemáticas. Se realizaron múltiples presentaciones: foros, debates, tocatas y otros colectivos artísticos utilizaron el lugar. Construyeron una biblioteca y un laboratorio de computación. La participación en los talleres sólo exigía un aporte en alimentos y materiales para la casona, o bien ayuda con la mantención y limpieza del lugar. Para algunas presentaciones se cobraba una cantidad de dinero mínimo. Se trata de un proyecto de ideas y un espacio de desarrollo no sostenido en el enriquecimiento económico ni pensado en flmción del lucro. Es un proyecto que requiere gran organización y responsabilidad; dentro de la casa okupa hay ley seca y se prohíbe el consumo de drogas. A diferencia de lo que se muestra en los medios de comunicación o lo transmitido por el discurso oficial, no se trata de personas violentas, ni delincuentes, ni adictos, sus barrikadas no son con armas, sino que con cultura. Ellos plantean que no necesitan armas de guerra porque sus armas ya son poderosas: el arte colectivo, la autonomía y la autogestión. ''El arte como expresión del descontento, unaforma de protesta pací/iea a la que sepueden integrar todos los interesado, en la que induso muchas 'C'eres se ayuda a personas en riesgo sociar. h R. Lourau, El aniÍlüú institucional Buenos Aires: Amorrortu, 1975, p. 282. 16
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