Palabra dicha: estudios sobre género, identidades, mestizaje
Pareciera que la simbólica de la madre - en tanto fuerza de trasgresión y re-estructuración del orden- se vuelve a agazapar en el imaginario colectivo y queda suspendida en los bordes de nuestro inconsciente. Este devenirsinduda nos interpela, puesto que enrigornohan desparecido completamente algunos de los problemas que impulsaron la creaciónde las "organizaciones maternas" ( aún no se sabe del destino de muchos detenidos desaparecidos y la pobreza aunque en disminución sigue siendo una indigna realidad para un amplio sector de chilenos). Creemos que la clave puede encontrarse en las conceptualizaciones y representaciones sobre lo político como dominio de lo duro, lo competitivo, lo no solidario, lo conflictivo, el lugar de las "zancadilJas" y de la traición 28 , un dominio de lo "sucio". Así, lo político que re-emerge con la democracia es opuesto a aquellas prácticas generadas en los campos de acción femeninos, ahora la lucha políticadeja de serresistencia,apelación al lenguaje pre-reflexivo y ético,discurso en1blcmático, para transformarse en el lenguaje de la razón, del poder partidario, en palabra e interés institucional. Y, sobre todo, los espacios de lo político dejan de ser ese lugar horizontal donde se tejen las solidaridades y las mezclas (de clases, edades, etnias). Todo vuelve al orden y a la separación (por partidos, ministerios 29 , "sectores sociales"), hay distancia y segmentación. Unido a lo anterior la política es hablada desde lo económico: todo se negocia, todo se centra en la transacción de valores (económicos) en el mercado, en la eficiencia, en los logros, los índices, las cifras. El de la política es entones "Un discw·so econó1nico que encuentra en el mercado la sublime reparación de las carencias" 3 º. ABí ¿cómo pueden re-significarse los ca1npos de acción femeninos? ¿có1no pueden tomar los significantes de un lenguaje político que es mimético a la negociación general que vive el país? Es bastante evidente que la opción sea la ausencia de esos espacios. Y digo opción por cuanto los sujetos mujeres son capaces de evaluar los "costos" que implica asumir lo político en cada coyuntura. Si antes era su propia vida la que estaba en juego (la vida en general estaba en juego) y se optó por asumir el peligro, parecieraque hoy no son los desbordes de la vida, sino el proyecto de v ida que está en el centro de la "vuelta a la de1nocracia" el que se resiste con la ausencia en lo "público-político" . El no estar es también un poder, el poder del lugar vacío. Ese no estar es también un modo de decir no quiero estar. Se puede constatar que la histo1ia zigzagueante de las apariciones femeninas en el ámbito de la política ha constituido una experiencia que retorna, reelabora y resignifica símbolos inscritos enel imaginario colectivo. Experienciaque queda como memoria y como posibilidad siempre presente de re-aparición, co1no gramática aprendida que en un movimiento de superacióny conservaciónva conformando los modos específicos de un accionarpolítico. Así, la simbólica de "La Madre" como fundante de un orden que trasciende lo contingente 86
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