Palabra dicha: estudios sobre género, identidades, mestizaje
lo institucional). Quizás sean estos los campos de acción políticos femeninos más cristalinos, toda vez que su urdiembre es " entre" la casa y la calle, es el desplazamiento permanente de los problemas del interior hacia un exterior. Es muchas veces el uso de la casa co1no s itio de congregación, de reflexión sobre la condicióngeneral y la propia (la de género), de producción y reproducción. Estas organizaciones así, amalgaman la casa y la calle y colectivizan lo doméstico (por ejemplo, aquello individual como el cocinar se hace " público" y en conjunto). De estamanera la vivencia de estas organizaciones es lade "politizar" lo que estuvo acantonado en la casa. Quizás, la consigna "Democraciaen el país y en la casa" haya emergido de esta amplia y plural experiencia de las mujeres chi lenas. Ausencia y presencia del orden de la Madre De lo expuesto podemos colegir que el símbolo de lo 111aternal puede ser resignificado por diversos sectores de la sociedadchilena. Hipotetizamos que su fuerza emblemática parece radicaren el irnaginario colectivo de una comunidad que no obstante los cambios históricos y econónücos conservaun sistemade valores culturales que otorga peso a lo femenino-materno como fundante de un orden trascendente no opuesto, pero distinto ("otro") al establecido por los vínculos racionales de lo político (el orden del Estado), un orden que descansa en lo afectivo, lo pre-lógico, lo "01iginario". Por ello, no es extraño que sectores radicalmente distintos en sus posturas ideológicas retomen este símbolo y lo resignifiquen cuando elEstado entra en crisis. Más aún si pensaiuos, como lo sostiene Ma1io Góngora, que el Estado es la 1natriz de la nacionalidad chilena 27 , es claro qll!e cuando esta matriz se desestructura un orden anterior a ella emerge para re-establecer-aunque sea simbólicamente- los equilibrios. En ello podda radicar la presenciao ausencia del signomater en el escenariode la calle y en los campos de acción femeninos que no son necesariamente movimientos sociales o femin istas. Toda vez que se avanzó en el proceso de redemocratización y de una estabilidad económica, tanto los movimientos " tnaternos" como los de la "resistencia doméstica" se ausentaron de la imagen pública, callejera. Los espacios ganados, por éstos y por el propio movimiento feminista tuvieron como corolario la creación del Servicio Nacional de la Mujer. La presencia femeruna ahora comenzó a dibujarse y a cobrar voz en lo propiamente "público" afincado en el Estado y/o en los partidos y en las cámaras. La cal le dejó de ser un espacio de apropiación y de desplazamiento. Se asiste así a un nuevo repliegue de las organizaciones de mujeres. Reestablecido el orden democrático eHas se invisibi lizan-en tanto 1novimiento-, y sus espacios de aparición comienzan a estar modulados por el lenguaje reflexivo de lo político. 85
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