Palabra dicha: estudios sobre género, identidades, mestizaje

El estruendo de la casa y la oposición vida/muerte. El régimen dictatorial organizó su orden político a través de la represión ymuchas veces de lamuerte de sus opositores.La fuerza de las armas y el ejercicio de la violencia se instalaron co1no las fuentes de disciplina1niento social. La autoridad, no legititnada por ningún1necanismo de participación, utilizó el miedo como un eficaz dispositivo contra la disidencia y como regulador del orden. El miedo estaba acantonado en la virtualidadde la mue1te, la vida entonces estaba permanentemente amenazada. La frase "Aquí no pasa nada: todo está controlado" fue modulada por los agentes del gobierno por casi una década en los medios de comunicación. A pesar de ese "todo está controlado" una resistencia comenzó a gestarse a partir de organizaciones en su mayoría compuestas por n1ujeres: la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, la Agrupación de Familiares de Presos Políticos, Mujeres por la Vida, entre otras, signadas por la participación de madres y esposas: "Eramos todas mujeres porque la gran mayoría de los desparecidos eran hombres" 21 • Estos grupos marcarán nuevos espacios de aparición matemos en la calle. Encadenadas al Palacio de Justicia, haciendo huelgas de hambre,juntándosc fugazmente en el centro con la foto de sudesaparecido en elpecho, esos agregados de mujeres instalaron en la calle la experiencia de violación de los derechos humanos, pusieronen el trazado público la n1uerte de sus hijos, de sus esposos, de sus hermanos, de sus padres. Lo ético se transformó así en una acción colectiva que dio paso a una lucha orgánica y sostenida desde el ámbito de los derechos humanos. Así , la madre como depositaria del orden de lo cotidiano desplaza a la calle su protesta, una protesta que proviene de la vida contra la mue1te. La foto del desaparecido en medio del corazón es el sín1bolo de la grieta que abrió el régimen militar en el cuerpo social chileno. Su muerto en el medio del corazón es el testimonio de una fractura en la sociabilidad, en los 1nás elementales arreglos de ésta. El desaparecido en el corazón es el argumento de un orden ético (el de la madre) que no claudica ante el orden nJilitar, que lo subvierte precisamente porque no utiliza el lenguaje de la racionalidad ni el de la violencia, sino que coloca el valor de la vida más allá de toda institucionalidad. Las apaiiciones de lasmadres y esposas de los desaparecidos son, entonces, otro modo en que la simbólica de lo maten10 se desplaza de la casa posicionándose en la calle permitiendovisibilizar el desorden de lo cotidiano, el desorden de un orden fundado en la muerte. Ese desorden de lo cotidiano del que no se podía hablar con consignas políticas es el que esas agrupaciones de mujeres transfo1maron en "estruendo mudo", porque en ese periodo el "lugarde la persona (estaba) desttuido, a1Tasadoporun cataclismoque no se nombra, pero cuyos efectos quedan muy claros" como dice Adriana Valdés 22 • La desestructuración no se nombra, 83

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