Palabra dicha: estudios sobre género, identidades, mestizaje
amenaza de desorden y subversión. Si en los otr;os 1nitos n,uchos hombres debían repartirse una mujer, eneste varias mujeres luchan por hacerlo con un hombre. Sin en1bargo, sus intentos son fa llidos: Loro quedamudo, pero Gavil.án las somete al cortar sus vínculos con el cielo. Gracias a la acción de este último, los hoL11bres pudieron distribuirse a las mujeres. Así, aun cuando peligren por sus vaginas dentadas, por su glotonería y por su beligeracia, los hombres deben poseerlas, tal vez por la 1nisma razón que daban los relatos Sherente y Chamacoco: sin ellas es iinposible la construcción y contii1uidad de la sociedad humana. Es interesantedestacar que en los tres mitos, las mujeres siempre están asociadas a lo alto. En dos casos están arriba de un árbol y en uno 1noran en el cielo. Los hon,bres, por el contrario, permanecenen lo bajo, en la tien·a. Desde una posiciónterrenal se revela a lomasculino la vulva femenina, ya sea real o figuradamente: en el primer caso está el hijo que descubre la vulva de su madre, arde de pasión y la viola; en el segundo caso, están las imágenes de las mujeres arriba del árbol que hacenque los hombres se exiteny las violen. Laposiciónen lo alto, así, despierta el deseo en los bon1bres y con ello nace la vio lencia. La consumación del deseo del ho1nbre implica una violación y luego unamuerte cuyo devenir es la fecundidad. Podríamos decir que estos mitos piensan a las mujeres dentro de un sistema en el cual los órgaDos sexuales femeninos simbolizan y encarnan " ... tilla forma de asociación hun1ana con relaciones de producción que toman por base la capacidad de tener hijos de la mujer, y sobre ella han creado un sistema de reproducción social basado en la represión y el sojuzgainiento del sexo femenino concreto. El placer es reprimido por la racionalización de la fecundidad. Identificado con el incesto, el sexo femenino es reprimido al punto". 1 º De esta manera, la te1natización 1nítica sobre el género femenino que 1nuestran las narraciones Sherenté, Chamacoco y del Chaco sedesplazan desde la asignaciónmin1éticade la biología de la mujer (su capacidad de reproducir) hasta su definición simbólica y cultw·al (su capacidad de casti-ar), otorgando a sus atributos sexuales el dominio de la seducción y de la muerte. Así, el género femenino, en tanto construcción social, es poderoso y ambiguo. Quizás esos n1ismos atiibutos son los que lo liguen indisolublemente a un sacrificio pennanente en aras de la continuidadde lacomunidadhumana. Lamuerte de unamujersignifica para la sociedad su multiplicación; la perdida de sus lazos con el cielo posibilita que los hombres pervivan y se reproduzcan. Para finalizar dejamos planteada una interrogante-de las muchas-que nace de la lectura y análisis de estos mitos: ¿cuánto de ese iinaginaiio indígena pennanece, sincretizado, en los espacios mentales de los habitantes de América Latma? Para responderla, seda preciso iniciar un viaje por el universo simbólico de las distintas etnias que pueblan nuestro continente y por los procesos de amalgamiento ymestizaje que configurannuestro actual rostro; pero,sinduda, estimo que hay ecos audibles y reconocibles, figuras que al igual que en el relato Sherenté, 66
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=