Palabra dicha: estudios sobre género, identidades, mestizaje

No obstante estos existosos resultados, una 1nirada hacia el interior de los procesos producidos, muestra que muchas veces su instalación significó un gran esfuerzo en donde el trabajo voluntario, la precai-iedad de fondos y e l no reconocimiento de los programas, unido a ciertos prejuicios, se conjuntaron paramarginalizarlos y ghettizarlos. Pero, aunque situados en una posición marginal , se institucionalizaron y crearon un espacio de referencia conocido. La segunda etapa de los Estudios de la Mujer está representada por el intento de sacarlos del ghetto y de la marginalidad, incorporándolos como un conoci1niento relevante al interior de las disciplinas. Este1novimiento significó hacervisibles y centrales los nuevos acercamientos teóricos y metodológicos. Se comienza, entonces, a producir la inserción, en los diversos cuniculum, de conocirnientos relacionados con la mujer, y surgen en distintas universidades una serie de proyectos destinados a transformar los programas y avanzar hacia un cwTiculu1n más equilibrado en donde los temas vinculados a la 1nujer no fueran obliterados por los sesgos andTocéntricos. Ta1nbién se hizo énfasis en las estrategias interdisciplinarias para el ca1nbio de los cumculum. En la Universidad de Arizona, en 1981, fue donde se realizó con más plenitud esta estrategia interdisciplinaria que abarcó a los 13 departamentos de esa casa de estudios y logró transformar los contenidos de 80 programas de cursos. Esta fase ha sido llamada de "mayoría de edad" de los Estudios de la Mujer, tanto por la legitimidad que cobran como por su expansión horizontal. Pero, no todas las experiencias de Estudios de laMujer se abocaron al 1nismo1110virniento de expansión, surgiendo un gran debate -que aún continuavigente- a raíz de esteproceso.Hay quienes aboganporla continuidadde estos Estudios como una disciplina sepai-ada de las demás , y quienes propician su diseminación dentro de las disciplinas; también, hay posturas que plantean que es aún imprescindible una estrategia dual, puesto que hay conoci1nientos altamente especializados que deben coexistir con cursos generales sobre la mujer en las principales carreras académicas. La tercera fase se caracteriza por una apertui-a hacia la noción de 111ulticulturalidad que propiciará la puesta en escena de las experiencias plurales y diversas de las mujeres. Este proceso se produce a partir de las críticas que e1nergen desde las intelectuales negras, que cuestionan la idea de una " hermandad universal de mujeres" y que sostienen que los Estudios de la Mujer estaban sesgados por ser producto de la experiencia de 1nujeres de clase media y blanca, proponiendo su descentramiento hacia otras experiencias. A partir de estos reparos se inicia un debate para la necesaria contemplaci6n de las diferencias no sólo de etnia y raza, sino de clase, religión. edad, etc. Esta discusión abarcó también a los Estudios Etnicos impartidos en muchas de las universidades, puesto que ellos se focalizaban en la etnia sin contemplar la especificidad de la participación de las mujeres en la historia y la cultura. Se iniciará así, un período de can1bios de los paradig1nas clásicos de los Estudios de la ]8

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