Palabra dicha: estudios sobre género, identidades, mestizaje
sólo nos brinda la apertura de un corpus, la inauguración de un espacioque es necesario explorar, y más aún interpretar. Así, Ruth generosamente nos prodiga un mundo -el de las escritoras chilenas- y deja instalada la huella de su estudio global y siste1nático. En el libro comparecen -desde el siglo XVII hasta co1nienzos del XX- la literatura conventual de Ursula Suárez y Tadea García de La Hue1ta; el género epistolar de mujeres que en el período Colonial y en la naciente República tuvieron la posibilidad de vertir su cotidiano en el lenguaje de las cartas; y luego la generaciónde escritoras del sigloXIX, poetas, ensayistas y novelistas: Mercedes Marín del Solar, Rosario Orrego,Mariana Cox, Iris, la Mistral, Teresa Wilms Montt entre otras. Por otro lado, en el diccionario bio-bibliográfico, la autora consignará -con esa precisión de entornóloga que antes dijimos- los nombres y obras de todas las mujeres que han publicado en nuestro país; compartiendo la mención de escritoras, desde las más desconocidas hasta las más renombradas. Gesto de reparación y desagravio paramuchas, y también voluntad femenina de iJUininar a la otra -la amiga, la cóngenere- dejada en la sombra; remiendo y compensación de aquello que Octavio Paz denomina como el más doloroso de los silencios para un escritor: el de la indiferencia. De esta manera el diccionario quenos entregaRuth semeja una genealogía en donde todas las parientas, "huachas" o no, son parte de un mis1no linaje y pueden así reconocerse en una filiación. Dentro de esa invitaciónque la autora nos hace a descifrar algunas de las claves del devenir escritural femenino y chileno, voy a aventurar una posible lectura de algunos de los temas que rne hicieron eco, y que se percibenco1no constantes en el relato y en la práctica de las escritoras chilenas del s iglo pasado y comienzos del presente. En pr imer lugar, se aprecia una relación entre sacrificio y escriturafemenina; relaciónque emerge en una línea continua que va desde UrsulaSuárez, cuando expresa: "que bien necesito su poder(el deDios) parapoderme venser a dar complemento al ordenque de vuestra patenudad tengo de escrebir esto: que no me es pequeño tormento...y en escrebirlo de nuevo me sacrifico, pues es como si saliera al suplicio o estuviera en unmartirio...levánteme esta penitencia y déme otra cualquiera" (Relación Autobiográfica: 154-155); o cuando Mercedes Marín del Solar opina: "Juzgué que unamujer literata en estos países era una clase de fenó1neno extraño, acaso rídiculo, i queun cultivo esmerado de la inteljencia exijia demí , hasta cierto punto, el sacrificio de mi felicidad personal" (citado porGonzález:74). Asimisn10,MarianaCox expresa: "Nocreo en la absoluta destrucción aunque a veces la temo y otras la deseo co1no sinónimo de tranquilidad...Mi ser íntiino vive solitariamente. Lo único que quiero es vivir como el sólo medio demorir. Lo demás1uees igual" (CitadoporGonzález: 121). O Inés Echevenia, Iris, que declara en una entrevista: "Escribir es mi liberación y el que siente ese aguijón ha de 173
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