Palabra dicha: estudios sobre género, identidades, mestizaje

figura es esculpida por el imaginario es como "la otra", aquella que en el lejano unjverso rural conserva la tradición. Es la mujer vestida de mapuche; el cuerpo folklórico, residual, el ícono, la unagen de 111useo, la foto postal para turistas ávidos de construfr una diferencia que les permita percibfr su propia identidad. De esta manera, la "otra 111ujer" (la que simboliza las diferencias entre blancos y no blancos) transformada en 'la otra n1adre' da cuenta de los modos en que la presencia femenma mapuche gravitó y gravita en nuestra sociedad. El proceso de mestizaje, como hemos visto, la desplazó a un lugarsombrío; lugarde sepulturaendonde lo indígenarepresentado por ellaquedó depositado como estigma de inferioridad. De allí que el modelo preferido fue el del padre español y su imitación la norma que la cultura sancionó como valor. La represión de lomaterno mapuche posibilitó la imaginería de una urucidad " blanca", en donde las diferencias se to1nan mquietantes, sospechosas y sólo aceptadas en tanto subordinadas al Orden de lo h01nogeneo. Así, el recorrido que hemos propuesto desea trazar la correspondencia de una historia en donde lo femenino y lo indígena son representados como valor y como antivalor. Poruna parte, se esconde lo mapuche al negar el naciJ-niento de nuestra sociedad a través del mestizaje y lo que allí resultades-a1nablees la madre india; pero al mismo tiempo se sacraliza lomaterno como fuente del origen de todos los mestizos: la Virgen Madre como simbolo del origen colectivo de la comunidad. Entonces, nuestra cultura construiJ-á a la mapuche co1no la "otra mujer" dejándola en la ribera de todo lo que no es Uno, en la reducción donde pervive "la n1apuchidad" como diferencia; y también en los profundos recuerdos de nuestrapsiquis será transformada en "la oll·a madre", diciendo con elloque la aceptamos como la co-tnadre de nuestros hijos, porque ella alguna vez fue la madre de un hijo que se parece mucho a nosotros. Cruzar en una reflexión sobre cultura e identidad el género y la etrucidad puede sugeriJ· algunas pistas para repensar el proyecto de sociedad que nos interesa habitar. Sobre todo en la actual coyuntura donde el predominio de los pensmnientos econo1nicistas deja sentir su peso. Las ideas que hemos expuesto conforman, más que planteamientos acabados, formu laciones sujetas a cambios, aventuras zigzagueantes de una indagación que busca lo diverso y lo plural. Nos parece que el punto más complejo en la trama social y cultural es la co-existencia de las diversidades, en donde cada uno con sus pa1ticularidades étnicas, de género, de clase, de edad, etc. pueda construfr " lo político", lo púbLico 10 ; y también que cada uno con sus especificidades relate el discw·so de su identidad, de sus autorepresentaciones. La comparecencia de los múltiples rostros que conforman nuestro país parece necesaria para el proceso de re- democratización. Quizás, para lograr ello sea necesario rastrear en la memoria colectiva el momento enque sacrificamos lo indígena que nos formula y lo transforma111os en " lo otro" devaluado (la otra 159

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