Palabra dicha: estudios sobre género, identidades, mestizaje

se acbica. Tamb.iénsi llega una mujer buena moz a miran a una 1nujermapuche co1no nada. Es lo mismo que pasa con los trabajos: decir yo soy enfermera no es lo mismo que decir yo soy empleada doméstica, ahí uno se achica, y más aún si es n1apuche" . El apellido, las características fisicas y el tipo de empleo aparecen como una marca de la etnicidad, señales todas que " achican", a las 1n11.1jeres. El achicarse supone algo que fue grande y que se empequeñeció. "Noachicarse" es sinónimo de hacerfrente a las circunstancias aunque se sea débil (tal vez esta idea de achicarse está relacionada con ese rasgo de tímidez que itnpediría "agrandarse"). Es claro que todas esas marcas se activarán en contacto con un otra/ a que gatilla la diferencia. De este modo, la vivencia urbana que bace posible el contacto permanente con las diferencias sociales, estéticas y laborales, hace aparecer un ca1npo de representaciones en donde la discritninación y el resentimiento entrarán a escena. El género, la clase y la etnicidad comenzarána experimentarse como trabas paraun desan·ollo armonioso de la existencia o para ese poder "salir adelante" . El mismo relato de Nora, justifica este sentinuento. Ella experhnentó, en su calidad de "dueña de casa suplente" el rechazo social de otras mujeres provenientes del inundo popular w·bano: "Conocí muchas cosas allí, por ejemplo una vez llegó una joven de unos 16 años y me dijo: Tú no 1ne mandas porque eres chilena y yo española, sólo trabajo s i me manda la señora que me paga" . Es fácil notar que aquí "chilena" es sinónitno de mapuche y " española" de no- mapuche. Así, el mensaje es: una indígena no n1emanda a mí que soy "blanca", sólo me manda quien es superior social y económicamente. De este modo, lo mapuche estaría catalogado dentro de una posición de gran inferioridad. La discriminación racial se hace evidente. En el relato de Angela, la discriminación racial ha sido experienciada dentro del mundo urbano desu población. Al comienzo lo vive en la toma de terreno :"Se reían de 1ní como i11dia, me decían: se te subieron los humos a lacabeza". Posteriormente, cuando mstalan con el marido una botillería en la población, escucha decü· a sus vecinos: "Vainas a ton1ar a la casa del indio o estamos en la casa del indio. Yo les digo: gracias por recordarme, tanto tien1po de vivir entre españoles se me había olvidado que era india. Yo estoy orgullosa de ser mapuche, de llevar sangre mapuche a pesar que me siento descendencia de españoles porque mi abuelita era Sandoval y fue cautivada por los indios" . Es interesante resaltar que la oposición mapuche/español continua vigente (en el otro caso recubie1ta por chilena/española) y que la identidad es percibida desde el mestizaje entre 1napuche y españoles. Mestizaje que, tal vez, iimplica las sangres, pero fundamentalmente la cultura. De allí , quizás, el hecho de esa "permeabilidad" en el aprendizaje de pautas de la vida urbana. Se adoptan usos y costumbres, pero se continua siendo mapuche, por las marcas, por la historia, por el " orgullo". Así entonces, aún cuando la concienciade la etnicidad se manifiesta 146

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