Palabra dicha: estudios sobre género, identidades, mestizaje

en la zona de laAraucania 10 • La propia denominación de"derecho" para el bijode español y mujer mapuche; y de "revés" para el de española y hombre mapuche nos habla del juegometafórico que encierran esas formas de no1nbrarlos. El derecho de algo, generalmente de una tela, es lo que aparece a la vista, lo "mostrable", lo de "afuera"; el revés por el contrario es lo interior, lo de " atrás" , lo que no se muestra. El revés, no debe ser mostrado pues cuando se trata de una prenda oculta los dobleces, las hilachas. Pero también "poner algo al revés" es provocar un desorden. Así, n1estizaje al revés y al derecho bordan el juego de oposiciones con que se ha comprendido el entrecruza1njento de indígenas y europeos en nuestro tenitorio. Las cautivas españolas, las chiñunas (mapuchización de "señora huinca") se unieron, normaln1ente, a caciques o ü lmenes (hombres ricos) y a diferencia de las cautivas indígenas eran incorporadas a la sociedad mapuche con el starus de esposas casi siempre deun polígamo. Así, los mapuche no marginalizaron ru dejaron en un lugar de subordinación a la ' 'mujer del otro", sino que la posicionaron dentro de su co,uunidad y linaje co1no lo hacían con sus propias mujeres. Este hecho muestra un rasgo distintivo de los " cautiverios fen1eninos" de la Colonja. Del mismo 1nodo en que la esclava mapuche transmitía sus costumbres a sus hijos, la cautiva entre indígenas introdujo numerosos elementos culturales a sudescendencia. El tipo de cautiverio, el aprendizaje de las pautas de la otra sociedad, el trato prolongado con losmapuche, la adopción del mapudungun (la lengua de la tierra), influyeron para que numerosas de estas mujeres, cuando tenían la posibilidad de ser " liberadas", optaran por permanecer en el espacio indio, en el territorio "salvaje", no domesticado de laAraucania. Así, elviaje de lacautiva blanca, un viaje desde la " civilización a la barbarie" (con10 sostiene Iglesias) muchas veces se detuvo para anclarse definitivamente en el mundo del otro. Las españolas fueron altamente estimadas por sus captores; las n1apuche, en cainbio, no poseían el mismo prestigio que éstas en la sociedad huinca (no mapuche). Pero, para ambas la sujeción debió haber sido dolorosa. En el caso de las europeas, ser objeto deJ robo -como simulacro ritual o como realidad- estaba fuera de las costumbres e implicaba una enorme violencia. Para las n1apuche, socializarseen la virtualidad de serrobada era partede su identidad; pero su estatuto cuando así ocunia no implicaba rula servidumbre, ni el amancebamiento, rula ocupación de los sitios 1nás bajos de la comunidad" . Sin duda, como lo consignan muchos cronistas, para las "blancas" la prisión significó ver al otro de una 1nanera distinta, puesto que las que antes eran sus criadas, ahora podían ser sus semejantes, sobre todo si eran, por ejemplo, co-esposas del ho1nbre con que ella procreaba "1nestizos al revés" . Tal como lo plantea Foerster en los distintos períodos que cubren las gue1Tas entre españoles y mapuches podemos ver que uno de los tópicos de los parlamentos o motivos para "incursionar en la tien·a" era el rescate de las cautivas blancas. Mas, el "rescate de la cautiva" 126

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