Palabra dicha: estudios sobre género, identidades, mestizaje
Esa presencia constante del lado no blanco debe ser leída en términos de que en cuestión de gestación y crecimiento del sujeto no hay opciones 17 , puesto que la experiencia de su constitución está determinada por la existencia de ambos polos: el blanco y el no blanco, por tanto el mestizo encama esa cópula, y su devenir las consecuencias culturales de la misma. El problema es la devaluación del sitio no blanco en que su ser anidó, ese espacio fe1nenino indígena que cautivo en los avatares de la violencia fue cuerpo tomado y cuerpo abandonado; pero que en su desamparo abrigó, alimentó y nutrió de códigos al hijo mestizo. Doble sentimiento: rechazo y culpa, negación y valoración de esa silueta que envuelta en paños oscuros propició el crecimiento de sus huachos. Quizás esa ambigüedad que tiñió a la madre n1apuche, y simbólicamente el doble juego de negación y absorción de todo lo que ella representaba como discurso cultural, trajo como corolario la necesidad de inventarse un origen menos proble1nático. Así, hasta hoy podemos rastrear el orgullo de sentirse descendientes de " no chilenos". En el imaginario colectivo es como si todos procedieramos de inmigrantes 18 • Esa "extranjería" espejea en otra migración, la que hacemos de lo1natemomapuche y arcaico a una zona endonde lo indígena ha sido reducido a "lo otro" (de loUno blanco). Una vez relegada esamadre a la tierra exóticadelas "sociedades primitivas" 1 9, se establecen las fronteras denuestro propio extraña1niento. Así , lo que seoblitera simbólicamente en la constituciónde nuestra identidades la madre india, sacrificio necesario paraque nuestromestizaje se vista de blanco; 1n uerte que pennite un re-nacimiento y la sutura parcial de las heridas. Pero la Madre, en tanto arquetipo fundante, vivirá en el culto mariano, cuyos símbolos y rituales sincréticos verifican nuestro origen en un vientre común 20 ; ella,alego1izada en La Tirana, la Candelaria, laVirgendel Carmen, entre otras advocaciones, a1nortiguará el conflicto del origen al erigirse como fuerza genésica, 1nanto protector, cobijo de todos, de blancos y no blancos, de mestizos, de indios. De este modo, la Madre en el cielo nubló con su fulgor la imagen fundacional de la 1nadre mapuche; pero no obscureció su rostro de dadora de la vida, de madre sola, de madre poderosa. El recorrido que hemos propuesto desea trazar la correspondencia de una historia en donde lo femenino y lo indígena son representados como valor y como antivalor. Por una parte, se esconde lo mapuche al negar el nacimiento de nuestra sociedad a través del mestizaje y lo que allí resulta des-amable es la madre india; pero al mismo tiempo se sacraliza lo mate1no como fuente de todos los mestizos: la Vu-gen Madre como símbolo del 01igen colectivo de la comunidad. Entonces, nuestra cultura construirá a la mapuche como la " otramujer' ' dejándola en la ribera de todo lo que no es Uno, en la reducción donde pervive ' ' la mapuchidad" como diferencia; y también en los profundos recuerdos de nuestra psiquis será transformada en " la otra madre"- en tanto nana, e1npleada- diciendlo con ello que la aceptrunos co1no la co-1nadre 120
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