Palabra dicha: estudios sobre género, identidades, mestizaje

concepto el laberíntico 1novuniento que supone, no es fácil, sobre todo para quienes estamos involucrados en alguno de sus polos. Para finalizar, ilustraremos algunos de los tópicos rozados antes para proponer una virtual mirada desde Chile. En nuestro tenitorio también el mestizaje ha sido un proceso que ha gTavitado fuerten1ente en la constitución de nuestra identidad. Sin duda nuestro país -como el resto deAméricaLatina- es fruto deesa experienciahistóricaqueunió sangres y representaciones. En sus inicios la relación entre mujeres 1napuche y españoles hizo pos ible el nacinuento del "mestizo al derecho", un sujeto por lo general ilegítimo (huacho) , que fue socializado por su madre indígena dentro del espacio do1ninado por los peninsulares. Más tarde, con la aparición de las 1nujeres españolas, emerge el "mestizo al revés", fruto de las relaciones entre éstas y los mapuche del " interior de la tierra" (La Araucanía). El destino de los mestizos procreados por las cautivas -ya sea mapuches o españolas- fue distinto si eran al "revés" o al "derecho". Para los primeros (lamayoda), descenderde unamadre mapuche, no ser reconocidos por su padre, posicionarse en los estratos sociales más bajos, significó un estigma y una marca que, hipotetizamos, ha dejado sus huellas hasta hoy. Ser huacho, ilegíti1no, vástago de un padre ausente, y de una madre indígena presente, traza la alegoría de una experiencia que, dibujada desde antaño en las representaciones del imagü1ario social, u-á transmitiendo sus signos de generación en generación. Porel contrario, ser el producto de una madre española (una shü1u1ra) y de un padre indio, generalmente un lonko (cacique), significó prestigio y valoración dentro del universo mapuche. Los mestizos al revés, a diferencia de los al derecho, tuvieron su lugar dentro de una familia y unpatronímico que los identificó como descendientes de un linaje. Pensamos que la vivencia del mestizaje en la zona central chilena y la valoraciónnegativa que de éste había, hizo surgir un rasgo que caracteriza a nuestra cultura y que todavía se reproduce: la negación del origen y el consecuente "blanqueo". Todo lo blanco es superior a lo no blanco, por ello la 1nadre india (real o simbólica) debe ser obliterada. Las consecuencias de la "escena original" que funda a losmestizos y a supaiticularcultura, es decir la ilegitimidad, hace que el dolor social de ser "mirado en menos", sea mitigado por el olvido. Un olvido que conducu·á a ponerse las máscaras del otro, del Padre fantasmático y poderoso, del blanco, y cubrü·se de sus ropas, de su lenguaje, asimilar su Ley. Sin embai·go, a pesar nuestro y sm quererlo, el lado no blanco, ese lado que percibimos como nocturno, ilun1ina y conduce nuestras acciones co,no una grainática que no está en nuestra conciencia, pero s í en nuestra habla, en nuestros ade1nanes y en nuestros sueños. 119

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