Hacia una historia del ambiente en América Latina: de las culturas aborígenes a la crisis ecológica actual
63 Desde hace más de una década existe un redespliegue o relocalización industrial. “Muchas de las industrias relocalizadas –escriben Calcagno y Jakobowicz- son contaminantes, porque en los países subdesarrollados no existen las reglamentaciones anticontaminantes que rigen en los centros imperialistas. En la mayoría de los países desarrollados, los poderes públicos han establecido reglamentaciones anticontaminantes que significan para las empresas un aumento de sus costos de producción. La transferencia de industrias contaminantes hacia los países subdesarrollados donde no existen tales reglamentaciones, constituye para las empresas una ventaja sustancial. Entre el 2 y 3 pro ciento de la suma total de venta de los productos no ferrosos de la industria siderúrgica y de la alimenticia, están destinados a cubrir los costos de la lucha anticontaminante en los países desarrollados. En el período 1973-79, el 6% de las inversiones efectuadas en el sector industrial estaban destinadas a luchar contra la contaminación. Este porcentaje era de 22% para los metales no ferrosos, 17% para los metales primarios, 14% para el acero y 16% para el papel... Las empresas que actúan como productores en los países subdesarrollados evitan tales gastos al precio de un deterioro del medio ambiente en esos países. ” 78 Las naciones altamente industrializadas están convirtiendo a nuestros países en depósitos de los productos tóxicos sólidos, denunció Blanca Ordoñez, representante de México en la Conferencia Mundial de Saneamiento Ambiental, realizada en dicho país en noviembre de 1979. Asimismo, el imperialismo trata de convertir numerosos países de Asia, Africa y América Latina en basureros nucleares. Desde hace una década, busca la manera de hacerse de los residuos radioactivos trasladándolos fuera de los países metropolitanos donde existe un poderoso movimiento antinuclear de protesta. Argumentando que enviarlos al espacio o a otros planetas resulta muy caro, han decidido ubicarlos en los países semicoloniales, sabiendo que cualquier material que entra en radioactividad contamina durante decenas de miles de años y que no es posible quemarlo o destruirlo. Existe la presunción de que el gobierno militar argentino ha suscrito un acuerdo con trasnacionales europeas para enterrar los desechos radioactivos en la Patagonia. La denuncia fue formulada por el “grupo contestatario argentino, dirigido por Jorge Camus, Raúl Rodríguez y Juan Carlos Cornejo Linares, en octubre de 1979, con ocasión de la firma del contrato del gobierno militar con la empresa alemana KWV para construir el reactor Atucha II y con la empresa Suiza Sulzer, encargada de instalar una planta de agua pesada. 78 Alfredo E. Calcagno y J.M. Jakobowicz, El monólogo Norte-Sur y la explotación de los países subdesarrollados , México, Siglo XXI Editores, 1981, p. 89.
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