Hacia una historia del ambiente en América Latina: de las culturas aborígenes a la crisis ecológica actual
56 enviaban a los centros europeos. En síntesis, nuestras fuentes energéticas –carbón, maderas y petróleo- fueron explotadas en beneficio de las metrópolis altamente industrializadas. Según Giglo y Morello, “la intervención de los ecosistemas se realizó preferentemente en áreas templadas. Puede señalarse a este período como el de la modificación e intervención de los ecosistemas templados. La intervención tropical se limitó al área de influencia de las costas y a la implantación de enclaves ecológicos la minería todos los recursos forestales de la periferia se talaron para ser usados en las fundiciones. Además, todas la áreas de praderas se sobreexplotaron debido al sobrepastoreo que ocasionaron los mulares, asnos y caballares… Los frágiles ecosistemas altiplánicos, altamente vulnerables a la acción antrópica, rápidamente se deterioraron. Las condiciones semiáridas de ellos convirtieron a muchas áreas en zonas con procesos crecientes de desertificación. La gran propiedad al hacer dependiente a los pequeños agricultores y apropiarse del excedente que generaba los obligó a sobreexplotar el suelo. La fauna autóctona de camélidos tuvo que compartir sus recursos forrajeros con los ovinos y en algunas regiones con los caprinos. Las vicuñas fueron diezmadas debido a la alta cotización de su lana…. En la pampa semiárida el efecto del sobrepastoreo se dejó sentir rápidamente, predominando una vegetación de gramíneas xerofíticas y de baja densidad. En la pampa húmeda (Argentina) los sistemas de quemas y las plantas introducidas contribuyeron a trasformar la vegetación. Las transformaciones alcanzaron también a la fauna. Los pacedores continuaron reemplazando y expulsando al guanaco y ñandu… En el nordeste (de Brasil) la acción del hombre agravó considerablemente la consecuencia de las ‘secas’. La fragilidad de esas áreas áridas, intervenidas ya el siglo pasado por sobrepastoreo, se vio agravada por sequías extremas. Esto creó serios problemas a áreas más húmedas de la costa o de la serranía por la emigración masiva de la población. Ya a fines del siglo pasado todo el polígono de las secas presentaba grandes extensiones con notorios jkprocesos de erosión y además con una vegetación deteriorada… México, después de la independencia, presentó un ritmo de transformaciones que afectó los variados ecosistemas que posee. El norte árido continuó el lento proceso deteriorante de la ganadería extensiva, agravado por sequías extremas… Los Huaxtecas, otro gran pueblo defensor de su ‘nicho ecológico’, tuvieron que retirarse definitivamente en función de la penetración de intereses de alta influencia y poderío ”. 72 La economía de exportación configuró las características esenciales del subsistema urbano latinoamericano. Las ciudades se crearon en función de la economía agrominera exportadora. Las ciudades, que habían sido creadas en la colonia, lograron un relevante crecimiento en la época republicana, especialmente en la segunda mitad del siglo XIX, en que se produjo un ostensible aumento de la exportación. La ciudad desplazó al campo, convirtiéndose en el centro, político y cultural. Era el asiento de la administración política, de los empresarios, comerciantes y artesanos. La contradicción campo ciudad se fue ahondando a medida que nuestros países adquirieron una fisonomía capitalista más acentuada, acelerando el centralismo de la ciudad-capital en detrimento de las provincias agrarias. Las guerras civiles postindependencia, expresión de la rebelión de las provincias contra la capital, terminaron con la victoria de los unitarios sobre los federales. Los unitarios, al decir de Sarmiento en su Facundo, eran los portavoces de la civilización en lucha contra la “barbarie” del interior. A pesar de la victoria militar de la ciudad-capital, se mantuvieron los intereses regionales y el resquemor de las provincias respecto del poder central, hecho que dilató la consolidación de los Estados nacionales. Los andinos de Venezuela, los apureños llaneros y los “maracuchos” del Zulia siguieron de recelosos del dominio de Caracas, llegando sólo a integrarse por la fuerza en Estado nacional bajo la dictadura de Juan Vicente Gómez. En Colombia, las guerras – civiles tratadas de modo riguroso en el reciente libro de Alvaro Tirado Mejías – culminaron en la prolongada lucha de fines de siglo que dejó como saldo miles de muertos. En Argentina, el combate de las provincias contra la capital, que duró más de medio siglo, apenas pudo superarse en la década de 1880, bajo el gobierno de Avellaneda. En Chile, la contradicción capital- provincias condujo a las guerras civiles de 1851 y 1859, superviviendo bajo diversas manifestaciones hasta principios de siglo XX. En Brasil, importantes movimientos separatistas nacieron en el nordeste (1824) y en el sur (1835-1848), y fueron sofocados sólo por la preminencia económica de Río de Janeiro. Similares formas de rebelión de los provincianos contra los capitalinos se dieron en Perú, Bolivia, México y Centroamérica. 72 Nicolo Giglo y Jorge Morello, Notas sobre la historia ecológica de América Latina . Ponencia presentada al Seminario Regional de CEPAL/PNUMA, realizado en Santiago de Chile, del 19 al 23 de noviembre de 1979, p. 40 y sigs.
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