Hacia una historia del ambiente en América Latina: de las culturas aborígenes a la crisis ecológica actual
55 La propiedad territorial, concentrada en grandes latifundios, fue dedicada a la crianza masiva de ganado o al cultivo de determinados cereales y plantaciones, consolidándose un subsistema agrícola de escasa diversificación, que acentuaba el deterioro de los ecosistemas. Los campos fueron convertidos en grandes haciendas, en terrenos que pudieron haber sido mejor aprovechados en beneficio del ecosistema. Las empresas pesqueras intensificaron la expoliación de la fauna marina. Pedro Cunill señala que “entre 1830 y 1840 los barcos arponeros foráneos obtuvieron, frente a las costas peruanas, más de 41 millones de galones de aceite de esperma, agregándose cifras similares en las costas chilenas. A partir de la década de 1860 el proceso de destrucción de estos cetáceos es irreversible, al desarrollarse nuevos métodos de captura con el cañon arponero. Los últimos parajes en ser alcanzados se encuentran en los mares antárticos, donde hacia 1904 se inicia la era final de la caza moderna destructiva... En 1834 se reclamaba por la residencia de cazadores dependientes de negociadores de Valparaíso, en las islas de Más Afuera, por la matanza de lobos marinos, cabras y cortes de madera, asegurándose que los parajes naturales y sus recursos estaban casi destruidos. Por lo demás, en la misma época ya estaba muy avanzado el proceso de extinción del sándalo, debido a su corte por loberos, balleneros y contrabandistas extranjeros, y por confinados chilenos, que proveían a comerciantes que hacían llegar esta madera preciosa y perfumada a los mercados de Cantón y otros del Extremo Oriente ”. 69 Durante el siglo XIX, también se acentuó la caza indiscriminada de la fauna terrestre. “El exterminio de otros recursos de fauna que complementaban la dieta alimenticia de los sectores campesinos más pobres de la Sierra peruana, Altiplano boliviano y Norte de Chile, fue todavía más brutal, como se puede observar con las perdices, las vizcachas y el ganso guashua. Este proceso se puede ejemplarizar con la chinchilla (Chinchilla boliviana), pues entre 1895 y 1900 se exportaron más de 1.685.000 pieles de los parajes de Vallenar y Coquimbo. En una fecha tardía, como 1910, se exportaron 153.000 pieles. A los pocos años estaba exterminada y, con ella, los cazadores de su fina piel tenían que abandonar su hábitat en altitudes superiores a los 4.000 m. y emigrar hacia labores ganaderas o mineras. ” 70 La flora también fue arrasada por las empresas capitalistas, sólo interesadas en aumentar sus cuotas de exportación. “Es importante enfatizar que la producción minera en los Andes Centrales va acompañada con el exterminio de la flora local. Así, la producción de azogue en Huancavélica agotó los recursos forestales serranos próximos, ya de por sí bastantes escasos, de los bosques de quisuar y lloqui , debiéndose inventar nuevos hornos, para usar como combustible las gramíneas locales que reciben la denominación de ichu . Igualmente, en el altiplano boliviano la explotación minera colonial acabó con los escasos bosques de kishuara y de kehuiña ,, además de ralear las formaciones de tola , para continuar exterminando en la minería del siglo XIX y en el actual la yareta , una planta resinosa rastrera muy aprovechada como combustible por su alto valor calórico. La penuria de leña en el altiplano llega a tales extremos, que en la actualidad los pobladores autóctonos tienen que utilizar como combustible la takia o excremento seco del ganado. ” 71 La economía latinoamericana estaba subordinada a las necesidades de materia primas de las metrópolis europeas. A mediados del siglo XIX, comenzó la explotación de los combustibles fósiles, como el carbón. Mientras en Europa, especialmente en Inglaterra y Alemania, el carbón fue utilizado para desarrollar la industria nacional, en América Latina fue destinado a la exportación, fenómeno que reforzó las relaciones de dependencia. Este mismo proceso se repitió con la explotación del petróleo, particularmente en Venezuela y México. Los ecosistemas también se vieron afectados por el corte masivo de madera que se utilizaba para los hornos de fundición de cobre, estaño y otros minerales que se 69 Pedro Cunill, Variables geohistóricas..., op. cit., p. 17 y 18. 70 Ibid ., p. 21 71 Ibid., p. 27
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