Hacia una historia del ambiente en América Latina: de las culturas aborígenes a la crisis ecológica actual
54 surgían espontáneamente de la creación y que configuran el barroco mestizo... La aparición de un barroco mestizo preanunció cierta crisis de la sociedad barroca: una clase alta hispánica que tolera una virgen morena está anunciando que ha asimilado algunos elementos de las culturas vernáculas. ” 68 A fines del período colonial, las ciudades estaban en pleno proceso de crecimiento. México y Salvador de Bahía (Brasil) sobrepasaban los 100.000 habitantes; Lima alcanzaba los 60.000; Buenos Aires, Río de Janeiro y Santiago pasaban los 40.000 habitantes. Estas ciudades cambiaron el paisaje y alteraron en parte, al ambiente al constituirse en los prilmeros ecosistemas no naturales que aparecieron en el espacio latinoamericano. La sociedad humana comenzó a girar en torno al ecosistema no natural, reforzándolo y haciéndolo cada vez más artificial y dependiente de los flujos energéticos externos. Paralelamente, se fueron abandonando y aplastando las formas de convivencia integrativas al ambiente, practicada durante siglos por las comunidades aborígenes. ACELARAMIENTO DEL DETERIORO AMBIENTAL DURANTE LA EPOCA REPULBICANA HASTA LAS DECADAS DEL SIGLO XX. Durante la época republicana se acentuó el proceso de deterioro de los ecosistemas latinoamericanos al continuar las formas de expoliación implantadas por la colonización española. La revolución de 1810 cambió la forma de gobierno político, no la estructura socioeconómica heredada de la colonia. Los sectores de la clase dominante criolla estaban comprometidos en una política económica cuyo denominador común era la exportación de productos agropecuarios y mineros. Limitado el proceso de liberación a la independencia política formal, nuestros países latinoamericanos pronto cayeron bajo un nuevo tipo de dependencia. Rotos los lazos con España y, por lo tanto, con el monopolio comercial del Imperio, la burguesía criolla necesitaba otros mercados para la colocación de sus productos agropecuarios y mineros. Los encontró en las metrópolis europeas, en pleno proceso de revolución industrial. Para asegurar mejores precios y mayor demanda de sus materias primas, la clase dominante criolla debía comprometerse a permitir la entrada indiscriminada de manufactura extranjera, lo cual impidió el desarrollo de una industria nacional, con tecnología propia. De este modo, se fueron echando las bases del nuevo pacto colonial. La división internacional del trabajo, acelerada por la Revolución Industrial, agudizó el proceso de dependencia porque en el reparto mundial, impuesto por las grandes potencias, a nuestros países les correspondió desempeñarse sólo como meros abastecedores de materias primas básicas y como importadores de productos industriales. Así se reforzó el carácter de continente monoproductor de materias primas, afectando la diversidad de los ecosistemas y haciéndolos más vulnerables. Las tierras más fértiles fueron utilizadas solamente para explotar los productos de exportación. Se aceleró la devastación de bosques con el fin de habilitar tierras para la economía agroexportadora. Las comunidades indígenas, que conservaban todavía a fines de la colonia algunas parcelas, fueron expulsadas de sus tierras, terminando de esta manera con los únicos habitantes que mantenían una integración a los ecosistemas. 68 José Luis Romero, Latinoamérica, las ciudades y las ideas , México, Siglo XXI Editores, 1976, p. 101, 102, 107.
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