Hacia una historia del ambiente en América Latina: de las culturas aborígenes a la crisis ecológica actual

39 Durante la colonia se dictaron reglamentos que prohibían estas uniones, las cuales para los españoles constituían pecados monstruosos. Sin embargo, “para el araucano, algunos de los matrimonios permitidos a los españoles eran altamente incestuosos; por ejemplo, el entre primos, si éstos fuesen hijos de tías maternas porque entre ellos, éstos eran siempre del mismo tótem”. 44 L os araucanos, como todos los pueblos aborígenes –y aún los modernos-, tenían tabúes y prohibiciones, pero éstos diferían de los de la civilización cristiana occidental de la cual eran portadores los españoles. La importancia de la mujer en estas sociedades agroalfareras se manifestó también en el plano mágico religioso, con el culto a las diosas de la Fertilidad o de la Diosa Madre. Sanoja y Vargas señalan que en Venezuela, especialmente en la región del Lago de Valencia, aparece una gran “variedad de figurinas humanas hechas de arcilla, todas femeninas o sin sexo definido, las cuales, en opinión de Osgood, deben haber tenido relación con los ritos de fertilidad y con las concepciones que tenían aquellas comunidades sobre el tránsito de la vida y el misterio de la muerte ”. 45 Investigaciones recientes han comenzado a desbrozar una ruta de estudio que relaciona las reglas sociales y de parentesco de las comunidades aborígenes con la naturaleza y el equilibrio ecológico. Las sociedades africanas –según Turi- “nos ofrecen numerosos ejemplos de reglas sociales, conscientemente perseguidas, que están en relación directa con la necesidad de una defensa ecológica. Davidson ha escrito recientemente algunas estupendas páginas sobre el tema. Examinando las relaciones sociales y de parentesco en el interior de los grupos tribales, él observa que todas las propiedades y las relaciones productivas debían ser entendidas como relaciones de parentela, porque, precisamente, la suma de los grupos familiares, compuesta en una comunidad legal, era considerada artífice del fecundo equilibrio con la naturaleza. Ello significaba que la acción política era necesaria una acción de parentela. Pero la acción de parentela exigía, a su vez, que cada individuo desarrollara la función social asignada. Al equilibrio ecológico correspondía un equilibrio ideal de derecho y de deberes de parentela, a veces muy simple, a veces muy complicado y casi siempre construido en función de presiones sopesadas entre las diversas secciones de la sociedad: en su mayoría entre diversas descendencias o grupos de descendencia. Este equilibrio ideal de relaciones de parentela, considerado esencial por aquel equilibrio ideal con la naturaleza, que era de por sí mismo garantía material de supervivencia, volvía a pedir modelos específicos de conducta. Los individuos podían tener unos derechos, pero los tenían sólo en virtud de los deberes que tenían con la comunidad ”. 46 44 Ricardo Latcham, La organización social y las creencias religiosas de los antiguos araucanos , Santiago, 1924, p. 101. 45 Sanoja y Vargas, op. cit .. p. 109 46 Eugenio Turi, Sociedad y Ambiente , Madrid, 1977, p. 17.

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