Hacia una historia del ambiente en América Latina: de las culturas aborígenes a la crisis ecológica actual

31 energía almacenada y de las cadenas alimentarias a las que da origen, permitió al hombre progresar más allá de la mera subsistencia que le proporcionaban la caza y la recolección de frutos silvestres” . 24 El cambio de la dieta fue uno de los hechos más relevantes de este período. “Gobernar las cadenas tróficas –dice Carcavallo- constituyó el gran hito que separó al cazador ambulatorio del agricultor. ” 25 V arios estudios demuestran que la dieta de las comunidades agroalfareras era balanceada y mejor que la de las sociedades que le sucedieron. Robert Braidwood sostiene que los pueblos agrícolas estudiados en Jarmo, Irak, “disfrutaban de una variada, adecuada y bien equilibrada dieta, que posiblemente fue superior a la que tienen los pueblos que viven actualmente en aquella área. Los dientes de los habitantes de aquella época de Jarmo muestran un nivel de masticación regular, sin roturas marginales del esmalte. Al parecer, gracias al uso de muelas y raspadores de piedra, así como de morteros de la misma materia, su dieta no contenía demasiadas partículas gruesas y duras que pudieran causar una excesiva erosión dental” . 26 En América Latina, la base de la dieta aborigen estaba constituida por cereales y tubérculos, cuya importancia fue tan decisiva que algunas de esas sociedades son conocidas con el nombre de “cultura del maíz”, “cultura de la yuca”, “cultura de la papa” o de la quinoa, cereal americano hoy extinguido. La existencia de un tipo de cereal o tubérculo tuvo en determinadas regiones mucha influencia en la generación de los principales centros de cultura. En torno a ese cultivo dominante, que aseguraba una mayor productividad y alimentación, se configuraron importantes comunidades agroalfareras. El maíz era para muchos pueblos el cereal básico. “De acuerdo con las últimas investigaciones, se considera que su centro de domesticación se halla en las altiplanicies del sur de México. La difusión a partir de un centro único, parece estar demostrada por el hecho de que el maíz, en muchos casos, se halla acompañado por los frijoles y las calabazas, sugiriéndose que pueda haberse difundido como un solo complejo agrícola. ” 27 En Venezuela, la yuca ocupaba un lugar fundamental en la dieta de los aborígenes. Sanoja y Vargas plantea: “cabe preguntarse hasta qué punto fue un elemento económico socialmente ‘efectivo’, es decir, hasta qué punto puede considerarse un cultivo ‘gregario’, tal como lo fue el maíz en otras regiones del Continente, el cual demostró una gran capacidad de estabilización de grupos humanos; cabe preguntarse igualmente hasta qué punto la domesticación de la yuca fue una verdadera domesticación, ya 24 Scientific American , La energía, prefacio y ensayo de Roy A. Rappaport: “El flujo de energía en una sociedad agrícola”, p. 9 y 146. 25 Rodolfo Carcavallo, Salud y Ambiente , UCV, 1976, p. 85. 26 Robert Braidwood, “La Revolución Agrícola”, en El hombre y la ecosfera, Scientific American , Madrid, Ed. Blume, 1975, p. 22. 27 Sanoja y Vargas, op. cit ., p. 91.

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