Hacia una historia del ambiente en América Latina: de las culturas aborígenes a la crisis ecológica actual

13 naturaleza, pero de ninguna manera analiza esta realidad exterior al hombre como un objetivismo inmediato. Marx se “atiene al monismo naturalista de Feuerbach sólo en tanto también para él sujeto y objeto son naturaleza. Al mismo tiempo, supera el carácter abstracto ontológico de ese monismo relacionando la naturaleza y toda conciencia de ella con el proceso vital de la sociedad… es suficientemente no dogmático y amplio como para evitar que la naturaleza se consagre como entidad metafísica o se consolide con un principio ontológico último”. La mayoría de los llamados marxistas ortodoxos continúan sin comprender la cuestión ambiental, desconociendo la existencia de la base ecológica como condicionante de la economía y, en general, de la sociedad global humana. Los manuales del materialismo dialéctico “ortodoxo” insisten en la separación entre hombre y naturaleza, presentando al primero como producto de la evolución y espejo pasivo del proceso natural. Lucio Coletti –en el prefacio al libro de Alfred Schmidt ya citado- señala que “con Stalin y, en general con el stalinismo, surgió sobre esta base la superstición de la inconmovible objetividad de las leyes histórica, que actúan independientemente de la voluntad de los hombres y no se diferencian en nada de las leyes de la naturaleza”.(16) G.L. Klein en su libro Spinoza in Soviet Philosophy, editado en 1952 en Londres, demuestra cómo el concepto spinoziano de sustancia ha influido en la concepción de la materia de la filosofía soviética. Este criterio se basa en algunas ideas planteadas poe Engels en Dialéctica de la Naturaleza, como la afirmación – a nuestro juicio mecanicista- de que las leyes del pensar “surgen del seno de la naturaleza y reflejan sus caracteres”, (17) tesis que posteriormente fue la base de la discutible “teoría del reflejo” formulada por Lenin en su libro Materialista y Empiriocriticismo. Según nuestro entender, el concepto de naturaleza no sólo ha sido malinterpretado por los epígonos del marxismo, sino también, y principalmente, por los partidarios del idealismo filosófico (15) Alfred Schmidt, El concepto de Naturaleza en Marx, Madrid, Ed. Siglo XXI, 1977, p. 24-25. (16) Ibid., p. 233. (17) Nicola Baldoni y otros, Lenin, Ciencia y Política, Buenos Aires, Ed. Tiempo Contemporáneo, 1973, p. 13.

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