Hacia una historia del ambiente en América Latina: de las culturas aborígenes a la crisis ecológica actual
11 Los escasos ecólogos que han prestado atención al factor sociocultural lo han hecho en forma abstracta y atemporal, cuando en rigor debe ser estudiado en sociedades históricas concretas, porque las diferentes formaciones sociales han determinado un comportamiento distinto con relación a la naturaleza. No es lo mismo el papel de la economía, las clases sociales, el Estado, la cultura y la ideología en los modos de producción comunitario, asiático, esclavista y feudal que en el modo de producción capitalista. La política económica del Estado contemporáneo ha promovido una ideología especial con relación al consumo energético. El estudio de los diferentes tipos de sociedades nos entregará información sobre la utilización de la energía, tecnología, consumo de calorías y combustibles fósiles, del empleo de la energía humana en la explotación del trabajo, del gasto de energía de los diferentes sistemas de transporte y sobre las agresiones al ambiente, expresadas, entre otras cosas, en el paulatino deterioro de los bosques, ríos y mares. La nueva ciencia del ambiente enfrenta otro desafío: plantearse una nueva visión de la historia en la que se devele la indisoluble relación existente entre la llamada historia de la naturaleza y la historia de la humanidad. Este enfoque hará entrar en crisis tanto la concepción biologicista como la antropocéntrica. La ciencia histórica hasta ahora ha estudiado solamente la evolución humana, a través de esa obsoleta clasificación que escinde la historia a partir de la escritura. Aspiramos a replantear el concepto de historia de una dialéctica de los procesos en que interactúan lo humano con los fenómenos de la naturaleza. Es un error escindir la historia en historia de la naturaleza e historia de la humanidad. En rigor, hay una sola historia ininterrumpida desde el origen de la Tierra hasta la actualidad. Una nueva concepción de la historia pondrá de relieve que la historia de la humanidad es sólo una ínfima parte de la historia de la Tierra. Aspiramos a formular una nueva periodización histórica que contemple las principales fases del proceso ambiental. La dimensión de tiempo permite a la nueva ciencia del ambiente enriquecer el estudio de los ecosistemas a través del proceso evolutivo. La noción temporal es, asimismo, importante para establecer los ciclos biogeoquímicos, el tiempo de adaptación de una especie y el ciclo de la vida… Tanto la ecología tradicional como la “nueva ecología” han utilizado escasamente la variable histórica en el estudio de los ecosistemas. La variable temporal es importante para el estudio del ambiente. Unida a la variable espacio da una nueva dimensión a la investigación de los ecosistemas, al análisis de sus contrarios y complementarios, al comportamiento desigual, heterogéneo y combinado de los factores interrelacionados e interactuantes, proporcionando datos de todo el proceso motorizado por el flujo energético. La variable social –que no sólo es humana sino que también se da entre los animales cuando comen, se relacionan y socializan sus juegos- desempeña también un papel importante en el análisis del ambiente. Uno del los aspectos más relevantes es la dependencia del hombre, especialmente en cuanto a su actividad económica, respecto de los llamados recursos naturales. Según nuestro entender, la economía depende del régimen de suelos, del clima, de los lagos, del tipo de flora y fauna. EL CONCEPTO DE NATURALEZA EN MARX El esclarecimiento de esta problemática nos conduce al replanteamiento del debate acerca del concepto de naturaleza en Marx y los ideólogos del neopositivismo. Para los epígonos de Marx, el factor económico lo condicionaría todo y constituiría la clave para la interpretación de los fenómenos políticos, sociales e, inclusive, culturales. Esta concepción mecanicista ya fue refutada por Engels en sus cartas a Bloch y Starkenburg en 1890. En la última parte inconclusa de El Capital, Marx analizó la relación del trabajo y del dinero con las fuentes naturales, entre ellas la tierra (agricultura, subsuelo, etc.). Más aún, cuando Marx habla de fuerzas productivas se refiere en primer lugar a la naturaleza y, luego, a la técnica y al régimen del trabajo. Por eso, estimamos que Mao Tse Tung está equivocado al sostener que “las contradicciones entre la sociedad y la naturaleza se resuelven por el método del desarrollo de las fuerzas productivas”.(11) (11) Mao Tse Tung, Á propos de la contradiction, París, Ed. Sociales, 1955, Oeuvres Choisies, t. I, p.379.
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