Cosmografia o descripcion del universo
- 90 imposible que lo. evaporacion, por una parte, i la condcnsacion, por otra, mitiguen hasta cierto punto la inclemencia <le los <los cxtre- n1os de temperatura. Por la pequeña densidad de los materiales de la luna, i la c:ra- vitacion, comparativamente débil, de los cuerpos que oc\Jpan el sue- lo, la fuerza muscular podría ser ~Uí seis veces tan poderosa co1no en la superficie ele nuestro planeta. Pero por la falta ele aire 110 e~ posible que la habiten seres orgánicos análogos a los que conocemos; ni aparece en la luna el menor vestijio de vejetacion. Si hai habi- tantes allí, la Tierra debe presentarles el extraordinario aspecto de una luna de casi 2° de diámetro, ya llena, ya en creciente, ya en menguante, ya del todo oscura; eclipsada a veces, a V<'C<'S pro: ·<'c- hula sobre el disco del sol, eclipsándolo; casi inm6bil en un ruisu10 para.je de la esfera celeste, pasando lontamaut.c las estrellas a su la- clo i a su eE.palda; anublada ele manchas variables, i fajada de zonas ecuatoriales i trópicas, que corresponden a nuestros vientos con_:,tau- tes; pero sería dudoso que las perpetuas mutacioue.s de nuestra atmós- fera les dejasen discernir clara111eute los contornos de nuestros con- tinentes, cordilleras i mares (a). (a) Mirada coo el gran telescopio de Lord Ross, se presenta 1a lu- na como un ilobo de pinta derretida, perc.libi éndose distin tamente so- ' bre su superficie todos los objetos de una exten~ion de 90 o 100 me- tros. P odría divis arse en ella con faciliclud un etli ficío como el tlc lo. Catedral de Santingo. F.l as:peclo je11era 1es como el de una ,·asta dcsola- cion: volea nes ap~gados; pei1ascos enormes, al parecer lanzados por ellos; picos solitarios, corno el de Tenerifo; sienas de grantlc clenicion; simas profundas, cuyo boca c~tá cercada tle una gr:i.n murnlht ,Je r il'cos, que se le vantan n diferentes alturas. Jlai entre otros, en medio de un labe- rinto caótico de s ierras, picos i rc<lonrlos montes, un precipicio ci rc;ulo.r, ull vasto c1·/iter, corrio d•• 50 millas de di:.mct ro, a que !SC ha puei:to <: l nombre de Tych?. El Dr. Nicho], para dar una idea de ~I, se figura un viajero ,¡i1 e hnb1end() trupa<lo o. la cu111brc del li:fonte-:Ulnnco, viese <k•l otro fo do un o!!cnrpado cJcrrumlrndoro ele 13,000 piés de profnn diclnd, i a In distancia de 10 millas de su baEe, otro lionoro~o abii;;mo tan hondo, como es elevarlo el Jvf ontc-Rlanco sobre el nivel del mar. En el fo11do hai ya.- ríos mvntes, pa rticu lu nncute 1100 de 4000 piés de altura, ci rcmH a lado de cinco o seis sierras circulares cocéntrir.as de casi igua l cle1·acion. En torno al gran cráto1:, toda la superficie está, por dec irlo así, cla- veteada de retlonclas colmas, que son otros tantos cráteres, todos <le menor diámetro que e l T ycho, pero quizá no ménos profunuo::1. Lo mas notable esquc en e! conlro mismo del T ycho, cuando penet ran hasta ullí los rayos del sol, se ve un fondo brillante, í focra <le la
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