Cosmografia o descripcion del universo

- 10:? - fin, hemos tomado en cuenta la paralaje con la mira de hac•er <'om¡,a- 1-ablcs las observaciones <le espectadores colocados en diferentes para- jes de la Tierra, para quienes varia por el efe" o df' l:1 P"r~p1·etira la posicion de lqs astros en la esfora crle~tc. Pe ro aun <¡11edu otra <'aw,a. de il'e-xact itud en las observacio 1i>s, q1te es la cibe,-racinn el,! la lu::. Debemos presuponer que la trasmision de la. ln:r. no es in,..tantánea, co1110 larg;o tiempo l>C creyó. Los satélites ele Júpiter dieron a cono~ cer que los rayos luminosos atraviesan progrcsi,·ainonte el cspuc·o, i proporcionaron el 1neclio ele apreciar la velocidad de su moYimionto. Siendo concéntrica la órbita -<le la Tierra con la do J (1piter, la dis- tancia ele estos dos planetas varía a cada momento, i la Yariacion se extiende desde la diferencia basta la suma de los radios de las órbitas; porque cuando el sol está en medio de Júpiter i <le la Tierra, la distancia de los dos planetas es el radio de la órbita de J (tpiter, mas e l radio de la órbita de la Tierra; i c uando por el contrar io es nues- tro globo el que está en medio, lo que distan los dos plclnt: tas entre sí no es mas que el radio <le la órbita de Jú piter, mé11os e.l radio ele la órbita terrestre. Ahora bien: Roe1uer, astrónomo rlanés, echó <le ver lltl 1675, comparando las ob~crvaciones de rnnchos afio~, qne lo.,s eclipses de los satélites, que acaecían cuan<lo el plr111da primnrio estaba del mismo Indo que la Tierra, Sf' aut:<•ipabrn siPmpre al tiem- po calculado, i los que acaecian cuundo el primario t>,-taha ma s fé- jos ele nosotros, parecían consta11temente 1·etardarse. J::¡to le condu- jo a conjeturar que la luz no se propagaba instantánca.ineute; que para hacernos ~-isibles los eclipses necesitaba de ménos tiempo en el primer caso que en el segundo; i que en virtud. de las di ferencia3 observadas, gastaba. la fuz 1 (3111 26s en andar todo el eje rna~-or de nuestra 6rl>ita, i por consignie!1te 8m 13-'> en venir del sol a. la T ierra. :Pero la veloci<lad que en ef;ta s11posicio11 era menester (70,000 le- guas por srgundo) e!<panbiba a la imajinadon; se deseaba ,,cr confir- rnn.do . la idea de Roeruer por algun otro fo116me110; i el de la abe- rracíon de la luz, descubierto por Bradley, suministró la confinnacion ap<>tecida. Si la Tien-a i un astro estuviesen en completo repo~o, , erfamos el astro en la direccion del rayo que nos trae su irnájcn. Pero si la Tii>rra se mueve, i a proporcion del tiempo qne gnsta ell su reyolucio?1

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