Políticas de la herencia

15 Daniel Alvaro único montaje de arte válido / la única exposición / la única obra de arte que vive” . Y una de las frases más destaca- da s, rezaba: “Cada hombre que trabaja por la ampliación aunque sea mental, de sus espacios de vida, es un artista”. Imaginemos cientos de miles de papeles cayendo desde el cielo, planeando sobre la tierra; volantes lanzados por supuestas avionetas de la Fuerza Aérea de Pinochet en los que se leen palabras revolucionarias, consignas que llaman a enfrentar la opresión.Una vez que las fuerzas de combate contra la dictadura habían sido desarticuladas mediante la intervención del aparato estatal a través de miles de encierros, asesinatos y desapariciones, el texto “Ay Sudamérica” apelaba a la resistencia, a la amplia- ción, aunque sea mental, de los espacios vitales. Para el Colectivo de Acciones de Arte, cualquier persona que actuara creativamente para ampliar los espacios que habían sido reducidos por la violencia del Estado era un artista. En Chile, como en el resto de los países sudamericanos donde se instalaron procesos dictatoriales a partir de las décadas del 60 y 70, es sabido que las y los artistas, los colectivos artísticos, fueron blancos privilegiados de las fuerzas represivas. No solo porque el arte permitía la libre circulación de discursos y prácticas que estaban prohibidas, sino tambi én porque las acciones artísticas eran un modo de conservar con vida las he- rencias y las memorias que el régimen militar pretendía

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