Políticas de la herencia

5 Daniel Alvaro Una vez más, la memoria y las memorias de las ge- neraciones de derrotados se encuentran amenazadas por la memoria de quienes nunca han dejado de vencer. En este sentido, se puede afirmar que las políticas de la memoria no constituyen una herramienta exclusiva de los dominados para hacer valer sus derechos sobre los dominadores. La memoria, como cualquier relación social, como cualquier práctica colectiva, es objeto de una lucha política permanente. La memoria se encuen- tra tensionada por relaciones de fuerza cuyo resultado, siempre provisorio, depende en gran medida de cómo pensamos la herencia y, desde luego, cómo actuamos sobre la herencia. En el estado de cosas actual, pensar o repensar la noción de herencia se presenta como una tarea no solo necesaria, sino urgente.Nada peor para una política de la herencia, al menos para una política que intente desafiar los embates de las injusticias actuales, que abandonarse a las ideas clásicas de lo que significa heredar. Hoy más que nunca parece ineludible intentar darle un nuevo sentido, un sentido a la vez ético y político, a una noción bien conocida pero rara vez problematizada como lo es la noción de herencia. Recientemente, este intento fue llevado a cabo por Jacques Derrida. Su libro, Espectros de Marx (1993), puede leerse como una larga cavilación sobre la herencia, sobre la relación entre la herencia y la

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